Aunque el declive de Al Qaeda en Irak es una excelente noticia, tanto el Gobierno iraquí como las cancillerías occidentales en Bagdad temen los efectos perversos que, para la estabilidad del país, puede tener el tremendo poder que está alcanzando el Movimiento del Despertar, los 77.000 sunís armados hasta los dientes que han conseguido expulsar a los hombres de Osama bin Laden de sus principales feudos iraquís.

El Gobierno de Bagdad, controlado sobre todo por chiís, teme que el Movimiento del Despertar sea utilizado por los sunís para recuperar el poder que perdieron desde que Estados Unidos derrocó al dictador Sadam Husein. Fuentes del Ejecutivo iraquí han expresado su temor de que "esos milicianos sunís, armados y financiados por Estados Unidos, que ahora combaten a Al Qaeda, acaben enfrentándose al Gobierno, sobre todo cuando las fuerzas estadounidenses empiezan a retirarse".

ENFRENTAMIENTOS SECTARIOS De hecho, varios informes elaborados por diplomáticos occidentales en la capital iraquí alertan de que, "al dar alas a ese movimiento, se puede estar contribuyendo a revitalizar los enfrentamientos sectarios en Irak". "Se está pagando y armando a iraquís, sin preguntarles demasiado y aunque procedieran de las filas de la insurgencia suní", señala uno de esos informes en que se alerta de que el Movimiento del Despertar "puede estarse dedicando ya a la competición por la influencia y el territorio, adquiriendo una dinámica propia que por supuesto no se corresponde con la de los militares estadounidenses y actuando como insurrectos, milicias, bandas callejeras e incluso terroristas".

"No es excluible que la perversidad del fenómeno, unida a la retirada estadounidense, conceda mayores oportunidades a los elementos dudosos, y contribuya a la desintegración de las fuerzas iraquís, a la recuperación de Al Qaeda y al incremento de la violencia", añade el informe que alerta sobre el Movimiento.