La máxima de divide y vencerás está dando resultados por ahora excepcionales al Tea Party, el movimiento ultraconservador que hace poco más de un año irrumpió en el panorama político y social de Estados Unidos. La corriente a la que ha asociado su nombre la excandidata vicepresidencial Sarah Palin dio su último golpe a políticos asentados el martes con dos victorias en las primarias para las elecciones del 2 de noviembre. Y el triunfo, que en una mirada superficial podría interpretarse como un avance de la ola conservadora que puede ahogar la mayoría demó- crata en las dos cámaras del Congreso, representa una amenaza para el Partido Republicano y mayor de lo que sus líderes habían anticipado.

Lo reconocía el martes Karl Rove, el estratega que en sus ocho años en la Casa Blanca de George Bush se ganó apodos como el arquitecto. Una vez que se confirmó que Christine O´Donnell, la candidata apoyada por el Tea Party en Delaware, se había impuesto en las primarias republicanas al candidato apoyado por el partido, un hombre con cuatro décadas de victorias electorales a sus espaldas y muchas más posibilidades de ganar al candidato demócrata para el escaño en el Senado que ocupó el ahora vicepresidente Joe Biden, Rove decretó: "Esta es una carrera que no podemos ganar".

La victoria de O´Donnell es solo el último revés (aunque quizá el mayor) para los republicanos, que en los últimos meses han visto caer en primarias a ocho de los candidatos respaldados por el comité del partido.

DESCONTENTO EN LAS BASES Y lo que en un principio los líderes vieron como un movimiento favorable que podría inyectar energía en los votantes e impulsar una vuelta del dominio de los valores conservadores, ahora se ve como otro rival, muestra de una terrible lucha intestina en un partido a la deriva.

"Nadie está a cargo. Es natural que nuestro partido esté en la jungla, buscando el camino, y es natural que haya sangre en el proceso", reconocía el republicano John Weaver, aludiendo al precio que el partido está pagando por el descontento que generó en bases conservadoras con sus escándalos y actuaciones mientras estuvo en el poder.

Son los demócratas los que pueden ver en el triunfo del Tea Party un soplo de esperanza ante los comicios, en los que aparte de cargos locales y estatales están en juego todos los escaños en la Cámara de Representantes y un tercio del Senado.