La vestimenta de algunas mujeres musulmanas, que cubren su cuerpo de la cabeza a los pies con un burka o un niqab, ¿es compatible con los valores laicos de la República francesa? Esta es la caja de pandora que ha abierto un puñado de diputados de la izquierda y de la derecha, unidos para pedir la apertura de una comisión de investigación sobre tan espinoso asunto ante la utilización, cada vez mayor, de este signo religioso en territorio francés.

Cinco años después de la ley del velo, que prohíbe la ostentación de símbolos religiosos en la escuela pública primaria y secundaria, el uso del burka reabre el debate sobre el límite entre el ámbito privado y la preservación de la laicidad en la esfera pública.

Los 58 diputados --43 conservadores, siete socialistas, tres comunistas y dos centristas-- que han suscrito la solicitud sostienen: "Si el pañuelo islámico constituye un signo distintivo de pertenencia a una religión, aquí estamos en un estadio extremo de esta práctica. No es solo una manifestación religiosa ostensible, sino un atentado a la libertad de la mujer y a la afirmación de la feminidad".