Diecisiete muertos y 122 heridos es el último balance oficial del atentado con coche bomba perpetrado el sábado por la noche, en pleno Ramadán, contra un complejo residencial de Riad, la capital saudí. El ataque puso de nuevo en máxima alerta a las embajadas extranjeras en la rica monarquía del Golfo, que ha vuelto a confirmar su vulnerabilidad ante el terrorismo de Al Qaeda, a quien las autoridades atribuyeron el atentado.

Las víctimas mortales son de nacionalidad saudí, egipcia, libanesa y sudanesa. Cuatro de ellas son niños. Los 122 heridos son en su mayoría de países árabes, y entre ellos figuran 36 niños y 56 mujeres. Varios estadounidenses figuran también como heridos leves. Los miembros de una familia egipcia --el matrimonio y dos hijos de 4 y 8 años-- murieron en el ataque. Sus cuerpos fueron descubiertos ayer bajo los escombros.

RECUENTOS EXTRAOFICIALES

Las cifras oficiales de víctimas no coinciden con declaraciones de responsables saudís que pidieron no ser identificados y de fuentes diplomáticas, que hablan de hasta una treintena de muertos. Todo es difícil de comprobar en un país en el que las autoridades han impuesto la ley del silencio e impiden a los periodistas acceder al lugar de los hechos.

Unicamente las cámaras de la televisión nacional saudí han podido acceder al complejo residencial Muhaya desde que, al filo de la medianoche del sábado, un grupo de hombres hizo estallar un coche bomba junto a la fachada principal de la urbanización, ubicada en el oeste de Riad, habitada por saudís y extranjeros en su mayoría árabes, y limítrofe con el barrio diplomático. Las imágenes pudieron captar decenas de chalets parcial o totalmente destruidos.

"La técnica de la ejecución del atentado es similar a la de las explosiones del 12 de mayo --en las que hubo 35 muertos--, lo que confirma que los autores pertenecen al movimiento Al Qaeda", afirmó un responsable saudí bajo condición de anonimato.