Con los ecos de la disputa electoral del domingo aún recientes, la ganadora de las elecciones presidenciales en Chile, la socialista Michelle Bachelet, salió ayer de inmediato a pelear por los votos que le faltan para derrotar el 15 de enero a Sebastián Piñera, candidato de la derecha, en una segunda vuelta que se presenta más reñida de lo esperado en un principio.

Bachelet, la representante de la Concertación Democrática, la coalición de Gobierno que integran la Democracia Cristiana (DC), el Partido Radical y distintas expresiones del socialismo, obtuvo el 45,95% de los votos. El multimillonario Piñera, de Renovación Nacional (RN), llegó al 25,41%. Joaquín Lavín, el otro aspirante de la derecha por la Unión Demócrata Independiente (UDI), quedó tercero con el 23,22% de los votos. Tomás Hirsh, de la izquierda extraparlamentaria, alcanzó el 5,4%.

EXCESO DE CONFIANZA Bachelet arengó a sus seguidores, perplejos por el crecimiento de Piñera y la constatación de que, por primera vez, las dos fuerzas de la derecha suman más votos que el oficialismo. "Hay que salir a la calle", pidió. Y reconoció el error de la Concertación Democrática de creer que su acceso a la presidencia estaba garantizado.

Para algunos analistas, el hecho de que la coalición haya obtenido menos votos que en las parlamentarias y que no haya podido capitalizar la popularidad del presidente, Ricardo Lagos, dejan aflorar una inesperada debilidad. Otros, en cambio, ven extraordinario que una mujer con su historia --un padre asesinado por la dictadura, ella y su madre torturadas, después el exilio y la vida clandestina-- haya conseguido ese resultado.

Ayer quedó claro que el principal objetivo de la derecha es frenar a Bachelet. Lavín anunció que dirigirá la campaña de Piñera en la segunda vuelta.