Dios nos proteja de nuestros amigos". Así plañía recientemente el diario L´economiste, expresando la incomprensión del régimen marroquí ante el apoyo que EEUU ha dado a la resolución 1495 del Consejo de Seguridad, que adopta el plan Baker 2 como "solución óptima para el conflicto del Sáhara Occidental." Ni Mohamed VI ni la clase política marroquí comprenden todavía cómo EEUU, su gran aliado, ha podido apadrinar una resolución que, al establecer un autogobierno saharaui y un referendo de autodeterminación, pone en serio peligro el control de Marruecos sobre el territorio de la antigua colonia española.

LA "INGRATITUD" DEL

AMIGO AMERICANO

Por primera vez en muchos años, la prensa marroquí dispara contra EEUU. L´economiste acusa a Washington de "ingratitud" después de medio siglo en que Rabat ha hecho de mediador entre árabes e israelís y de "40 años de compromiso con el campo occidental". "En recompensa, EEUU nos cocina una solución que complace a Argelia (aliado del Polisario), país 40 años prosoviético y base de todos los movimientos antiamericanos, hoy gran foco de terrorismo", añade.

Y suerte que Francia y España suavizaron la resolución, porque EEUU quería "imponer" a las partes el plan elaborado por James Baker, que actúa como representante personal del secretario general de la ONU, Kofi Annan, para este conflicto.

WASHINGTON CAMBIA

DE ESTRATEGIA

Esta actitud demuestra que Washington ha cambiado su estrategia respecto al contencioso del Sáhara, en el que hasta ahora siempre había apoyado a Marruecos. En noviembre de 1975, fue el secretario de Estado Henry Kissinger quien dio a Hassan II el visto bueno para lanzar la Marcha Verde. En abril del 2002, Washington intentó sin éxito sacar adelante en la ONU el primer plan Baker o Acuerdo Marco, que era una propuesta muy favorable a Marruecos, pues eliminaba la celebración del referendo y zanjaba el contencioso con una autonomía muy limitada para la población saharaui.

En el caso de James Baker, ese cambio obedece en primer lugar a su hartazgo. El antiguo secretario de Estado de George Bush padre está hastiado del Sáhara Occidental y quiere zanjarlo cuanto antes.

EL REGIMEN MARROQUI

"NO HA JUGADO LIMPIO"

El plan Baker 2 cumple esos requisitos, ya que concede una autonomía, que es lo que quiere Marruecos, y también dispone celebrar un referendo de autodeterminación, que es el deseo del Polisario.

"Baker conoce ahora mejor que nunca el conflicto y ha sido capaz de dar con una propuesta de solución más justa. Ha descubierto que es imposible zanjar un problema de descolonización sin referendo" de autodeterminación, señala un diplomático español.

Fuentes del entorno de Baker señalan que el exsecretario de Estado de EEUU "está harto de los negociadores marroquís, pues considera que no juegan limpio" y, además, profesa una profunda antipatía y animadversión hacia Mohamed Benaisa, ministro de Asuntos Exteriores marroquí.

La actitud de Baker ha pesado mucho en la Administración estadounidense. Este político es una persona muy cercana a la familia Bush, y el presidente escucha sus opiniones. Y la principal es la de terminar de una vez con este conflicto. Washington y los otros pesos pesados de la comunidad internacional están de acuerdo en la necesidad de acabar con un contencioso que dura ya casi 28 años y que se traga millones y millones de dólares de la ONU sin ningún avance visible.

NUEVAS ALIANZAS

POLITICAS EN EL MAGREB

Además, hoy se imponen nuevas consideraciones geoestratégicas. EEUU está cambiando su juego de alianzas en el Magreb. Antes, su aliado principal era Marruecos. Ahora, la Administración de Bush parece haber olvidado los favores pasados que les rindió Hassan II y aplica la premisa de que en política internacional no hay ni amigos ni aliados, sólo intereses. En este caso, como casi siempre, esos intereses son los recursos energéticos. El Tío Sam dedica ahora todos sus mimos a Argelia, un país que abandonó la lógica socialista, que se ha introducido en el capitalismo y que posee enormes reservas de hidrocarburos y de petróleo, así como una política de lucha contra el terrorismo fundamentalista islámico que actúa en su territorio.

Washington también tiene grandes proyectos para el Magreb, de donde, a toda costa, quiere desplazar a Francia como potencia hegemónica para ocupar su lugar. EEUU ha diseñado una región en la que los estados magrebís sean países integrados económicamente. Y para que eso sea posible es imperativo resolver el conflicto del Sáhara Occidental, pues este contencioso envenena las relaciones entre Marruecos y Argelia, hecho que bloquea la construcción de la Unión del Magreb Arabe, un organismo equivalente de la Unión Europea para el norte de Africa. Como acicate, EEUU ha llegado a anunciar el plan Eizenstadt , un proyecto de inversiones en el Magreb de 2.588 millones de euros (430.608 millones de pesetas) condicionado a que esa integración se lleve a cabo.

LA ADMINISTRACION

BUSH AÑORA A HASSAN II

A eso se suma que la Administración de Bush está muy descontenta con Mohamed VI, en quien no ve la talla de estadista de Hassan II. Esto se vio claro cuando el secretario de Estado, Colin Powell, expresó su enfado al enterarse de que Mohamed VI no iba a asistir a la cumbre de Sharm el Sheij, el 3 de junio. En esa cumbre, el presidente Bush, secundado por su homólogo egipcio, Hosni Mubarak; el rey de Jordania, Abdalá II; el rey Hamad de Bahrein y el heredero de Arabia Saudí, Abdulá bin Abdelaziz, dio el espaldarazo a la Hoja de ruta .

Para un diplomático europeo, el cambio de postura de EEUU tiene aún más calado del que parece. "Mohamed VI --explica-- ha hecho saber a Bush que, si se aplica el plan, Marruecos puede perder el Sáhara y que eso generará tal inestabilidad que él mismo vería peligrar la corona. Lo más inquietante es que, pese a esta advertencia, EEUU sigue apoyando el plan".