El reciente ataque de los talibanes que costó la vida a dos soldados españoles ha vuelto a poner de manifiesto algo que en EEUU hace tiempo que se asumió, aunque siempre a la sombra de la guerra en Irak: que la situación en Afganistán empeora y que es necesario un cambio de estrategia. Lo dicen las frías estadísticas (los ataques talibanes y las bajas estadounidenses son este año las mayores desde que empezó la guerra en el 2001) y lo dice el Pentágono. Y es una de las prioridades de Barack Obama, cuyo equipo está trabajando en lo que The Washington Post calificó ayer de "un enfoque más agresivo y creativo" a un conflicto en pleno deterioro.

Durante la campaña electoral, Obama fue igual de contundente con Irak y Afganistán aunque diciendo cosas diferentes. Si en el país árabe, en contra de la opinión de muchos mandos militares, pretende retirarse en 16 meses para dejar la responsabilidad de la seguridad del país a las fuerzas iraquís, en Afganistán planea aumentar la presencia de tropas. Su estrategia es, además, más regional, incluida la posibilidad de dialogar con Irán.

OBJETIVO MAS REALISTA Según el Post, en el Pentágono se ve con muy buenos ojos la idea de Obama de olvidarse del idealismo neocon de construir una democracia moderna y centrarse en el objetivo más realista de estabilizar el país y aislar a los talibanes y Al Qaeda. Todo ello con un claro mensaje: el principal objetivo de la guerra contra el terrorismo es cazar a Osama bin Laden y, por tanto, Afganistán (y su zona fronteriza con Pakistán) es la prioridad, por delante de Irak.

Entre los enfoques "creativos" de Obama se encuentra reforzar el proceso que ya han empezado las autoridades afganas de dialogar con líderes tribales moderados, que apoyan a los talibanes. Es la misma línea de la estrategia del general David Petraeus en Irak, que impulsó la negociación con jeques tribales sunís en el triángulo suní para que se enfrentaran a los milicianos de Al Qaeda, en lo que se bautizó como el "despertar suní".

PARADOJA Bajo la dirección de Condoleezza Rice, el Departamento de Estado ha observado este acercamiento a los que apoyan a los talibanes con escepticismo, pero el equipo de Obama prevé reforzarlo. Se dará la paradoja, pues, de que el futuro presidente puede impulsar en Afganistán, a grandes rasgos, la misma estrategia que planea revertir en Irak. Otro pilar del nuevo enfoque de Obama es ampliar el número de espaldas sobre las que repartir el peso del frente afgano. Eso incluye Pakistán, pero también Irán (que comparte frontera tanto con Irak como con Afganistán). Y, claro está, la negociación de nuevas condiciones con el contingente de la OTAN en el país asiático, que incluye a las tropas españolas.

TENSIONES No son ningún secreto las tensiones entre EEUU y los países de la OTAN que forman más de la mitad del contingente multinacional en Afganistán. A que la relación fuera fluida no han ayudado las suspicacias que levanta George Bush, a quien desde Europa se le acusa de "arrogancia", ni la sensación de que, obsesionados con Irak, los estadounidenses se olvidaron de Afganistán y dejaron a sus aliados el peso de los combates. En EEUU, sin embargo, se critica la escasa predisposición de algunos aliados a aceptar la realidad del tipo de combate que se lleva a cabo en Afganistán y las reticencias cuando Washington ha planteado enviar más tropas. En este sentido, la llegada de Obama puede cambiar las cosas. De entrada, el presidente electo predicará con el ejemplo y enviará más tropas y convertirá a Afganistán en prioritario. Y puede ser más persuasivo que el republicano a la hora de lograr una mayor implicación de los aliados.