El Parlamento Europeo intentó ayer rebajar el tono de la crisis política desatada por las polémicas declaraciones del conservador italiano Rocco Buttiglione. La reunión del presidente de la Eurocámara, Josep Borrell, con los jefes de los grupos políticos no despejó ninguna incógnita. Ante la falta de acuerdo, los eurodiputados dejaron en manos del futuro presidente de la Comisión, el portugués José Manuel Durao Barroso, la decisión sobre el polémico político italiano. Pero el encuentro sirvió para que el socialista español edulcorara sus críticas al que ha sido designado como comisario de Justicia, Libertad y Seguridad.

Los socialistas piden la cabeza de Buttiglione, quien afirmó ante el Parlamento que la homosexualidad es pecado y que la familia existe para que la esposa tenga hijos y el marido la proteja. Borrell contestó entonces que "como ciudadano español, no me gustaría tener un ministro de Justicia así", pero ayer dio marcha atrás y matizó sus declaraciones. "Como presidente del Parlamento tengo que tener un exquisito cuidado en mantener una posición institucional y evitar entrar en los debates a favor o en contra", agregó.