La división en el gran partido de la derecha nacionalista israelí continúa ensombreciendo el futuro político del primer ministro, Ariel Sharon. La crisis dura ya casi dos años, desde que el propio Sharon anunció la retirada de Gaza.

Sobre el horizonte inmediato se cierne la incógnita de ver si podrá reunificar el partido o si los rebeldes , encabezados por Binyamin Netanyahu, seguirán haciéndole la vida imposible. Según uno de los allegados al exministro de Finanzas, el diputado Michael Ratzon, la mitad de los diputados del Likud están en contra de la política de Sharon. Su voto será imprescindible para la aprobación de los presupuestos generales antes de fin de año, sin los que será difícil la supervivencia del Gobierno.

Ratzon pone dos condiciones para la vuelta a la disciplina de partido. La primera es que no haya más retiradas "sin negociación y antes de que cese completamente el terrorismo". "La segunda es que Sharon escuche nuestra opinión y comparta el Gobierno".

A sus 77 años, Arik --como llaman al primer ministro en Israel-- ha prometido que se presentará a la reelección en las primarias de abril. Pero muchos siguen barajando la posibilidad de que acabe abandonando el partido que ayudó a fundar en 1973 y cree una nueva formación.

"En el Likud no le quieren, pero le necesitan. Saben que, con Sharon al frente, las opciones de revalidar el Gobierno son mucho mayores", explica el profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Hebrea de Jerusalén, Menahem Husnung.

El reconocimiento de Sharon, ante las Naciones Unidas, del derecho de los palestinos a un "Estado propio y soberano" se interpretó desde el Likud como una despedida. Su giro hacia el centro ha exacerbado las iras de la derecha más recalcitrante, una derecha que se niega a ceder un ápice de Cisjordania, Jerusalén Oriental y Gaza, parte del Gran Israel que Sharon ha defendido a muerte.

Clima pesimista

Netanyahu, espoleado por el clima de descontento, quiere sacar partido. Hasta agosto, Bibi , como se le conoce en Israel, fue responsable de Finanzas, pero dimitió en desacuerdo por la retirada de Gaza, pese a haberla apoyado anteriormente. " Bibi ha sido poco inteligente y se ha precipitado. Si hubiera esperado hasta abril podría haber ganado las primarias", asegura Yigal Amedi, alcalde de Jerusalén.