Todos los edificios públicos de Baviera estarán presididos por una cruz. Así lo decidió ayer el Gobierno conservador de este rico land alemán, una decisión que según su primer ministro, Markus Söder, responde a su «claro compromiso con la identidad bávara y los valores cristianos».

Aunque la medida podría vulnerar el requisito de neutralidad religiosa de la administración pública, Söder lo ha descartado remarcando que la cruz es un «símbolo fundamental de la identidad cultural cristiana y occidental», con lo que, asegura, ese gesto supone un apoyo al «orden legal y social» de Alemania. Hasta ahora y tras años de disputa, ya había cruces cristianas en las escuelas y los tribunales bávaros.

La medida empezará a aplicarse el 1 de junio. Ayer ya se instaló la primera cruz en la entrada de la Cancillería regional. La Unión Socialcristiana de Baviera (CSU), partido hermanado con la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de la cancillera Angela Merkel, obtuvo en las elecciones del 2013 un abrumador 47,7% de los votos que le permite gestionar su feudo sin sobresaltos.

La oposición ha criticado duramente la decisión, y el líder del partido liberal (FDP), Christian Lindner, ha llegado a comparar el uso político de la religión practicado por Söder al del presidente turco Recep Tayyip Erdogan.

El presidente de la iglesia protestante alemana, Heinrich Bedford-Strohm, se ha unido a esas quejas al lamentar que se «abuse» de la cruz «con propósitos políticos». El pastor de la universidad de Würzburgo, Burkhard Hose, ha ido más allá: «El cristianismo es utilizado cada vez más para perseguir a personas de otras religiones».

La hegemonía de la CSU puede flaquear el 14 de octubre, en las elecciones regionales. En las federales del pasado septiembre obtuvo un 44,2%, con una caída del 9,8% que capitalizó la formación islamófoba Alternativa para Alemania (AfD), que captó un 10,5% de los sufragios.

Defender la patria, la identidad nacional y el cristianismo. Las palabras de Söder van en la clara dirección de evitar que ese trasvase de votos a la ultraderecha se repita en clave regional y lleve a la CSU a bajar del 40% por primera vez desde la reunificación de Alemania. Ese temor ha llevado a los aliados de Merkel a mimetizarse cada vez más con el discurso de la ultraderecha, que sí ha celebrado que se vuelvan a colgar cruces. Tras hacerse con el Ministerio del Interior y Patria, nombre modificado para reforzar ese mensaje nacionalista, el titular de la cartera y máximo dirigente de la CSU, Horst Seehofer, se lanzó a contradecir en público a Merkel para sentenciar que «el islam no pertenece a Alemania», el eslogan favorito de AfD.

Tanto en Baviera como a nivel regional, las duras restricciones impuestas por la CSU a los inmigrantes, sus ataques al islam y su estrategia de vincularlo a problemas de seguridad parecen reforzar el temor de Hose.