El Banco Central Europeo (BCE) conocía desde el año 2002 el espionaje norteamericano de los datos personales de las transferencias bancarias, pero calló y no advirtió ni a los gobiernos europeos, ni a las autoridades responsables de la protección de los datos personales. El presidente del BCE, Jean-Claude Trichet, justificó ayer ante el Parlamento Europeo su silencio con el argumento de que no era competencia suya y que estaba obligado por las normas de confidencialidad.

El consorcio bancario SWIFT (Society for Worldwide Interbank Financial Telecomunications), con sede en Bélgica, aceptó entregar a EEUU datos personales de las transferencias que canaliza entre unas 7.800 entidades financieras de todo el mundo, en el marco de la lucha antiterrorista norteamericana. El BCE, como los otros diez bancos nacionales supervisores del consorcio, sabían que se producía desde el 2002 la cesión de datos a las autoridades de EEUU, admitió Trichet.

El BCE y los otros supervisores concluyeron que la entrega de esos datos a EEUU no iba a tener implicaciones en la estabilidad financiera internacional y que escapaba a sus competencias.