Tanto EEUU como la Liga Arabe prometieron ayer aunar fuerzas con el Líbano ante los problemas del precario e inexperto Ejército libanés para doblegar desde hace cuatro días a la milicia Al Fatá Al Islam, inspirada en Al Qaeda y atrincherada en un campo de refugiados palestinos al norte de Trípoli. Beirut quiere "llegar hasta el final" para "erradicar por completo" a la guerrilla fundamentalista, según declaró uno de sus ministros. Pero su ofensiva, que ayer se intensificó con la entrada de las fuerzas especiales en el campo de Nahar al Bared, donde viven más de 30.000 palestinos, está teniendo consecuencias trágicas para la población civil.

Tras el ruego recibido del Gobierno de Fuad Siniora, la Casa Blanca le manifestó todo su apoyo y "estudiaba" ayer, según el portavoz del Departamento de Estado, una ayuda militar de urgencia que se sumaría a la prevista para el 2007, por valor de 208 millones de euros y aún no aprobada. Fuentes del Pentágono cifraron esta más que probable aportación en unos 22,6 millones de euros, en municiones, camiones y piezas de repuesto para vehículos y helicópteros. Desde El Cairo, la Liga Arabe prometió ayuda militar.

TREGUA NOCTURNA Mientras, miles de refugiados comenzaban a huir anoche, aprovechando un parón en los combates, hacia el campo de refugiados de Badaui. Horas antes, muchas mujeres cargaban con sus hijos y bolsas, blandiendo banderas blancas, hacia varias furgonetas que debían evacuarlas de la zona de los combates, según AP. Sin apenas agua ni comida, sin electricidad y bajo el fuego de artillería libanés, las organizaciones humanitarias temen que concluida la batalla la cifra de muertos civiles en el campamento sea muy superior a los 27 contabilizados hasta ahora.

Con ser frágil, la tregua nocturna parecía más consistente que un primer alto el fuego declarado por la tarde para permitir la entrada de ayuda humanitaria y evacuar a los muertos y heridos. Tras la entrada de los camiones de Naciones Unidas, los combates se reanudaron dejando atrapados dentro a diez funcionarios de la ONU. Al menos dos residentes en el campo fueron abatidos.

"A VIDA O MUERTE" Al Fatá Al Islam (AFAI) está demostrando ser un hueso duro de roer. "Es una batalla a vida o muerte. Quieren borrarnos del mapa, responderemos", dijo su portavoz, Abú Salim. Y lo peor es que parecen estar cumpliendo su palabra. La noche del lunes explotó un coche bomba en el barrio suní de Verdun, en Beirut, e hirió al menos a siete personas. El domingo, otra bomba mató a una mujer en un barrio cristiano. La organización reivindicó ayer ambos atentados, aunque más tarde su portavoz desmintió toda responsabilidad.

En otro incidente, uno de sus militantes se suicidó en Trípoli después de que las fuerzas de seguridad entraran en un piso sospechoso de pertenecer a la milicia. Esta misma estrategia kamikaze la están empleando en los combates con el Ejército, según confirmaron ayer a este diario fuentes médicas presentes en las inmediaciones del campo.

Todo el Líbano, paralizado institucionalmente por las desavenencias entre el Gobierno y la oposición, parece respaldar la ofensiva militar del Ejecutivo. Incluida la guerrilla chií de Hizbulá. Pero ayer, en un comunicado, advirtió de que "las llamadas a una escalada en los combates solo traerán más caos". El principal riesgo para el Gobierno de Siniora es que el apoyo mostrado por los principales partidos políticos palestinos implantados en los campos de refugiados acabe erosionándose ante el uso excesivo de la fuerza.

Por su parte, la Casa Blanca atribuyó la violencia en el Líbano a un intento de hacer peligrar la seguridad del país y de hacer descarrilar los esfuerzos para crear un tribunal sobre el asesinato del exprimer ministro Rafik Hariri en el 2005.