Bélgica asume hoy la gestión semestral de la Unión Europea (UE), tras la finalización del mandato español, sin Gobierno estable e inmersa en una profunda crisis política tras la victoria en las elecciones del pasado 13 de junio del partido separatista Nueva Alianza Flamenca (NVA).

Después de las elecciones del 2007 fueron necesarios casi diez meses de negociaciones para poder constituir una coalición gubernamental inestable de cinco partidos. Ahora, tras la radicalización de Flandes, la región más poblada y rica del país, la tarea de formar un Gobierno parece todavía más ardua porque está vinculada a un acuerdo previo para transformar el estado federal belga en confederal.

El Gobierno dimisionario del primer ministro democristiano flamenco Yves Leterme se responsabilizará de la gestión europea. Tanto Leterme como el líder de la NVA, Bart De Wever, han asegurado una y otra vez en que la crisis política interna belga "no afectará a la UE". Leterme subrayó que la actuación belga durante el semestre seguirá el programa común pactado previamente con España y Hungría y que cubre las prioridades europeas durante 18 meses hasta finales de junio del 2011.

La transformación institucional de la UE, con un presidente estable, Herman Van Rompuy, y una ministra europea de Asuntos Exteriores, Catherine Ashton, restará además protagonismo a la gestión belga, como ya ocurrió con España durante el semestre que ahora ha concluido.

RESPONSABILIDADES La gestión belga de la UE estará dominada en primer lugar por la crisis económica, la fragilidad de la recuperación y las turbulencias financieras en los mercados. Bélgica tendrá una responsabilidad directa en las negociaciones con el Parlamento Europeo para consensuar la nueva legislación sobre supervisión financiera y control de los fondos especulativos. Y deberá preparar la posición europea en las negociaciones internacionales sobre el cambio climático, que culminarán en diciembre en la conferencia de Cancún (Mexico).