Bajo la conmoción aún por la arrolladora victoria electoral del partido independentista Nueva Alianza Flamenca (NVA), Bélgica comenzó ayer a afrontar el rompecabezas de la búsqueda de un pacto entre los separatistas flamencos y los socialistas francófonos para reformar a fondo el Estado belga, sanear las descontroladas cuentas públicas y constituir un Gobierno de coalición estable con otros partidos.

El rey Alberto II inició las consultas preparatorias y se reunió con el líder de la NVA, Bart De Wever, y con el presidente del Partido Socialista francófono (PS), Elio Di Rupo, vencedor de los comicios en la mitad sur del país. El monarca seguirá hoy las consultas con los demás partidos antes de encargar a De Wever o a Di Rupo formar un Gobierno.

De Wever ha pasado de ser una figura política secundaria a ser un líder determinante para el futuro del país con el 29% del voto en Flandes y 27 diputados. El líder independentista y la conservadora NVA han capitalizado el malestar por el pésimo funcionamiento del Estado, por la costosa y endémica subvención a la comunidad francófona y por la negativa de esta a ampliar los poderes regionales de Flandes.

La NVA aceptó ayer la estrategia de De Wever de "mano tendida" y le encargó negociar un acuerdo global con los partidos francófonos. De Wever ha sido hasta ahora elusivo sobre si aspira a ser primer ministro.

"LA VIA DEL COMPROMISO" De Wever y Di Rupo mantuvieron ayer un primer contacto. El líder socialista indicó que aún es pronto para hablar de una coalición gubernamental, porque los programas y los objetivos de ambos partidos son muy divergentes, pero abogó por "encontrar la vía del compromiso". Di Rupo, con sus 26 diputados, aspira a ser el primer francófono al frente del Gobierno desde los 70.

La formación de una coalición será muy difícil, ya que el NVA, como los democristianos y los liberales flamencos, exige una reforma confederal, que regionalice los impuestos, el empleo y la protección social para sanear las cuentas públicas y reducir la deuda pública. Los socialistas y los ecologistas flamencos también reclaman una reforma profunda, pero sin ir tan lejos.

Estas propuestas son muy difíciles de aceptar para los partidos francófonos, en especial el cambio en la financiación de las regiones, porque provocaría la drástica reducción de fondos públicos disponibles para los francófonos de Valonia y Bruselas, con el consiguiente recorte del seguro de paro, la asistencia sanitaria, la educación, las infraestructuras y las pensiones.

Por parte flamenca se supedita cualquier participación en un Gobierno federal a un acuerdo previo de reforma del Estado.