Bélgica estaba pendiente anoche de la decisión de los partidos flamencos de imponer un golpe de fuerza en el Parlamento federal para forzar con su mayoría la tramitación de un proyecto de ley que privaría de derechos electorales y judiciales a los ciudadanos francófonos de la periferia de Bruselas.

Tras un confuso y tenso inicio de la sesión en la Cámara de Diputados, la decisión de incluir en el orden del día la votación del proyecto de ley para escindir el distrito electoral y judicial de Bruselas- Hal-Vilvorde, quedó aplazada hasta la noche. Pero los partidos flamencos, encabezados por los democristianos del primer ministro, Yves Leterme, anunciaron su intención de exigir la inclusión de ese proyecto de ley durante la noche, después del debate de la ley programa del Gobierno.

La separación del distrito electoral y judicial de Bruselas de los 35 municipios de su periferia flamenca implicaría que los 100.000 francófonos de esa zona ya no lograrían representantes de su lengua en las elecciones federales y al Parlamento Europeo y perderían el derecho a ser juzgados en francés. Para los partidos flamencos la escisión es esencial para consolidar la unidad y cohesión lingüística y territorial de Flandes, que consideran amenazada por la invasión francófona de la periferia de la capital.

FRACTURA El pulso flamenco ha mostrado la absoluta e increíble debilidad del primer ministro, que fue incapaz de imponerse a su propio partido para retrasar varias semanas la tramitación del controvertido proyecto de ley en el orden del día, pese a la fractura que estaba causando en el Gobierno federal.