Era perfectamente consciente de que querían acabar con ella. Es más, preparó a sus seres queridos por si llegaba el momento. El pasado octubre se salvó pero ayer, en el segundo intento, truncaron su vida. La exprimera ministra de Pakistán y líder opositora, Benazir Bhutto, de 54 años, murió asesinada en la localidad paquistaní de Rawalpindi, cercana a la capital, Islamabad. La líder del Partido Popular de Pakistán (PPP) acababa de dar un mitin en el marco de la campaña para las elecciones legislativas del próximo 8 de enero. Una cita electoral seriamente amenazada ahora por las consecuencias del magnicidio.

La precaria estabilidad que parecía hilvanar el país está hecha añicos nuevamente. Recién salido de un autogolpe de Estado, superado con el compromiso del presidente, Pervez Musharraf, de levantar el estado de excepción y convocar elecciones, Pakistán volvía a sumirse ayer en el caos. Los disturbios, que provocaron al menos 14 muertos, se extendieron ante la impotencia de las fuerzas de seguridad, en alerta roja. Mientras, la comunidad internacional, que condenó de forma unánime el asesinato, observaba con preocupación cómo uno de los países islámicos con más arsenal nuclear vuelve a sumirse en el desgobierno.

PALABRAS PREMONITORIAS Las palabras pronunciadas por Bhutto en el mitin poco antes de morir fueron premonitorias. La exprimera ministra, que regresó a Pakistán hace 71 días después de ocho años de exilio en Londres, dijo a sus simpatizantes: "Puse mi vida en peligro y vine aquí porque siento que este país está en peligro. Lo sacaremos de la crisis". La política, que se perfilaba como ganadora de las elecciones enarbolando la bandera de la lucha contra el terrorismo islámico, recordó en su mitin que toda su familia se sacrificó por la causa de la democracia.

Poco después, la primera mujer que ha ocupado, por dos veces, la jefatura de Estado de un país musulmán moría al abandonar el escenario del acto. Los testigos del magnicidio relataron que un suicida armado disparó primero contra Bhutto, alcanzándole en la cabeza y el cuello, y después hizo explotar la carga que llevaba, segando la vida de al menos 20 personas.

El inspector general de policía de Pakistán, Syed Marwat, explicó que Bhutto abandonaba el parque Liaqat de Rawalpindi, donde había pronunciado el mitin, en un coche blindado con el techo abierto a través del que saludaba a sus seguidores. Fue en ese momento, con la mitad del cuerpo fuera del vehículo, cuando recibió los disparos mortales.

El presidente de Pakistán, Pervez Musharraf, que condenó enérgicamente el atentado, pidió "calma para afrontar la tragedia con resolución renovada para continuar la lucha contra el terror". El presidente, que decretó tres días de luto, convocó una reunión de urgencia de alto nivel para analizar la situación.

El exprimer ministro Nawaz Sharif, también dirigente opositor regresado del exilio y tradicional rival político de Bhutto, calificó el asesinato como "el incidente más trágico de la historia de Pakistán". Sharif llamó a boicotear las elecciones del 8 de enero, instó a Musharraf a dimitir y propuso un paro general.

TERRORISTAS U OPOSITORES La pregunta de quién ha acabado con la vida de la dirigente es difícil de responder. Todas las sospechas se centran en el terrorismo islámico, uno de los más importantes objetivos políticos de la exministra asesinada.

Pero los expertos en el país asiático no pasan por alto que Bhutto también tenía muchos enemigos en el Ejército. De hecho, Bhutto, tras el atentado de octubre del que salió ilesa, ya explicitó sus sospechas al solicitar "una investigación internacional" llevada a cabo por una "comisión independiente". En aquella ocasión, el ataque costó la vida a 140 personas que le daban la bienvenida tras su exilio.

En la misma entrevista, la exprimera ministra dijo que aunque Musharraf se había comprometido a garantizar su seguridad, "hay muchos infiltrados en el Gobierno que no quieren que el PPP gane".

El Consejo de Seguridad de la ONU se reunió ayer para analizar la situación generada en el país asiático. El presidente del Consejo, el embajador italiano Marcelo Spatafora, declaró que el asesinato es "un acto inaceptable que amenaza la seguridad internacional". Y EEUU, con George Bush al frente, condenó el asesinato de una "amiga" y aliada contra el terrorismo.