Los principales representantes políticos de Alemania acudieron ayer a la inauguración del primer monumento nacional que se levanta en honor de las víctimas del Holocausto. El presidente del Parlamento alemán, Wolfang Thierse, fue el encargado de abrir el acto y recordó en su discurso que el monumento es un "símbolo del reconocimiento de los crímenes cometidos por Alemania" y no un punto final en las relaciones de los alemanes con su historia nazi.

El presidente del Consejo Central de los Judíos en Alemania, Paul Spiegel, criticó, sin embargo, el mensaje de una obra que, según él, no alude a los autores de los crímenes: "La pregunta que seguimos haciéndonos es por qué, y por eso habría sido deseable reflejar los motivos de los autores y, con ello, posibilitar un análisis de los hechos y de las personas que los cometieron". Spiegel manifestó, a pesar de todo, su satisfacción por el reconocimiento que supone el monumento. La presidenta de la sociedad promotora del monumento por los judíos asesinados en Europa, Lea Rosh, contestó a Spiegel y dijo que la idea no era esclarecer los hechos. "Este es un monumento para las víctimas, a las que también queríamos devolver sus nombres", dijo.

TESTIMONIO EMOCIONADO La ceremonia alcanzó su momento crucial con el testimonio de Sabina van der Linden, una superviviente del Holocausto, que relató emocionada su historia y que hizo olvidar a todos las críticas de Spiegel al pronunciar la primera frase: "Ni en mis mejores sueños había imaginado que podría vivir este día".

Durante todo el día no dejaron de escucharse distintas opiniones y críticas que despierta un monumento que, según muchos, llega demasiado tarde. Una de las declaraciones más polémicas la hizo el embajador de Israel en Alemania, Shimon Stein, quien afirmó que los judíos no necesitaban ese memorial: "Ya tenemos nuestro monumento conmemorativo en Jerusalén para recordar a los seis millones de judíos asesinados". En cambio, su predecesor, Avi Primor, se mostró satisfecho por la inauguración del monumento.