El simbolismo y los deseos de paz y unidad marcaron ayer la Fiesta de la Libertad que conmemoró el 20º aniversario de la caída del muro de Berlín. Todo estaba calculado al milímetro en la celebración a la que acudieron más de 30 jefes de Estado y de Gobierno, además de exlíderes mundiales de la época y cientos de miles de ciudadanos.

"El día de hoy marca un momento de gran felicidad para Alemania y, me gustaría decir, para toda Europa", comenzó su discurso la cancillera alemana, Angela Merkel. Merkel se había mostrado durante todo el día especialmente feliz, pero recuperó su sobriedad habitual a la hora de hablar, incluso al referirse a los detalles más humanos: "Prácticamente todos los que estaban vivos aquel 9 de noviembre de 1989 se acuerdan de aquel día, lo que hicieron y sintieron. Para mí, fue uno de los días más felices de mi vida", declaró antes de iniciar un discurso conciliador en el que agradeció tanto a las potencias del oeste como a los países del este el papel que jugaron con el propósito de poner fin de la guerra fría.

TELON DE ACERO "Todos juntos logramos acabar con el telón de acero y estoy convencida de que de ahí nace nuestra fuerza para afrontar los retos del siglo XXI", señaló la cancillera alemana en su esperado discurso.

La cancillera tampoco olvidó el otro 9 de noviembre célebre en la historia de Alemania, el de 1938. Durante la conocida como la noche de los cristales rotos , las SS arrestaron a miles de judíos, destruyeron sus comercios y cementerios y mataron a varias decenas. "Hoy tampoco olvidamos ese día. Porque ambos acontecimientos juntos nos muestran que la libertad no llega por sí misma. Es algo por lo que hay que luchar y defenderla constantemente", afirmó Merkel.

La libertad fue también el tema central de los discursos de Hillary Clinton, que fue a Berlín en representación del presidente de EEUU, Barack Obama, y del propio Obama, que envió un mensaje televisado. "No permitamos que este 9 de noviembre caiga en el olvido. Mantengamos encendida la llama de la libertad hasta en la noche más oscura de la tiranía", acabó su intervención el jefe de la Casa Blanca.

El presidente francés, Nicolas Sarkozy, y el primer ministro británico, Gordon Brown, apostaron por la línea europeísta y la despedida en alemán. Eso sí, mientras Brown solo se atrevió con un "muchas gracias", Sarkozy se esforzó por pronunciar un "Wir sind Berlin" (somos Berlín) que quería simbolizar que la unidad de Alemania fue la unidad de Europa.

El presidente ruso, Dmitri Medvédev, no se quedó atrás. Recalcó la importancia del trabajo conjunto de la UE con Rusia: "Debemos trabajar unidos. El futuro de Europa también es importante para Rusia" dijo.

Antes de los discursos, los mandatarios asistieron a un concierto de la Filarmónica de Berlín, en el otro lado de la Puerta de Brandeburgo. Aunque el momento de máximo simbolismo y emotividad fue ese esperado derrumbe del muro ficticio formado por 1.000 piezas de dominó gigante. De un lado lo empujaban el expresidente polaco y premio Nobel de la Paz, Lech Walesa, y el exdirigente húngaro Miklos Nemeth. Del otro, el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso.

Entre los más aplaudidos hay que incluir también al tenor Plácido Domingo, que con su interpretación del tema Berliner Luft (aire de Berlín) consiguió poner a dar palmas a los mandatarios presentes.