La dimisión ayer del ministro de Economía italiano, Domenico Siniscalco, causó un sorprendente efecto dominó que acabó con Silvio Berlusconi anunciando un debate interno en la coalición de centroderecha para elegir al nuevo líder en las elecciones generales de mayo del 2006. La mañana comenzaba con la noticia del cese de un Siniscalco, cansado de las críticas que desde la coalición gubernamental le han hecho al proyecto de ley sobre los presupuestos generales.

Al cansancio se unía la frustración por tener que encontrarse en la cumbre del Fondo Monetario Internacional, con el gobernador del Banco de Italia, Antonio Fazio, quien, pese a las continuas peticiones de Siniscalco para que dejase su cargo tras los escándalos en algunas operaciones bancarias, sigue aferrado a su sillón. El ya extitular de Economía le acusa de favorecer a las entidades italianas en detrimento de las extranjeras.

La renuncia de Siniscalco a pocos días de la fecha límite (30 de septiembre) para presentar la ley de los presupuestos del Estado, le ha costado caro a Berlusconi, que ha tenido que aceptar las presiones de sus aliados, los posfascistas de Alianza Nacional (AN) y los exdemocristianos de la UDC, para que aceptasen como nuevo titular de la cartera de Economía al reciclado Giulio Tremonti, que ya ocupó esa cartera hasta julio del año pasado.

Tremonti fue obligado a dimitir tras un motín interno liderado por los hombres de la AN ante la crisis económica en la que se sumía, y aún sigue, el país.

DOS COMPROMISOS La elección de Tremonti, que sólo ha contado con el apoyo de la Liga Norte durante todo este tiempo, le ha costado a Berlusconi dos promesas. La primera, a la AN: retirar la confianza al gobernador Antonio Fazio públicamente después de tantas frases indirectas. "En estos momentos, la figura de Antonio Fazio como gobernador del Banco de Italia no es ni compatible ni oportuna para la credibilidad del país", manifestó Berlusconi, aunque se desconoce si es esto lo que esperaba Fazio para abandonar su cargo.

La segunda promesa se la ha hecho a los aliados de la UDC: abrir un debate en la coalición para estudiar la manera de elegir al nuevo líder del centroderecha cara a las elecciones del 2006. La frase pronunciada hace unos días de "o conmigo como líder o sin mí" se ha quedado en el olvido y Berlusconi bajará a la tierra para competir con sus aliados Gianfranco Fini y el presidente de la Cámara de los Diputados, Pierferdinando Casini.

La oposición de centroizquierda también buscará a su líder dentro de 15 días.