Silvio Berlusconi no tiene intención de reconocer la victoria de Romano Prodi en las elecciones italianas hasta que los tribunales de apelación acaben la validación de los votos y el Supremo proclame a los ganadores. "Lo que tiene que hacer es pedir excusas" por haber denunciado "fraudes" electorales, le respondió Prodi, cuya coalición progresista ha conseguido la mayoría en el Congreso y cuatro o cinco diputados de mayoría en el Senado. El Ministerio de Interior puntualizó el pasado viernes que los votos discutidos no cambiarán el resultado de las elecciones.

"Estoy preparado para seguir ejerciendo como jefe del Gobierno hasta que no salgan esos benditos resultados", manifestó Berlusconi delante de un grupo de simpatizantes que le vitoreaban frente a la puerta de su residencia en Roma. "Seguiremos adelante y resistiremos", añadió.

SITUACION TENSA La situación política es cada vez más tensa. En la prensa italiana se podían leer ayer expresiones como "apnea democrática" y "vacío de poder que da miedo". Los progresistas presionan al presidente de la República, Carlo Azeglio Ciampi, para que reduzca los dos meses de espera que impone el calendario para la formación del nuevo Parlamento y el nuevo Gobierno. Argumentan que así se soslayaría el "embotellamiento institucional" que, dicen, causará la constitución de las cámaras, el final del mandato del presidente y la elección del sucesor.

Este es el escenario en el que la derecha se empeña en hacer planear la sombra de la duda. El exministro de Justicia Roberto Calderoli, uno de los responsables de redactar la nueva ley electoral, afirmó ayer que los votos han sido mal contados y que por eso los progresistas han conseguido mayoría en el Congreso. La prensa italiana reveló ayer que, si Berlusconi no hubiera modificado la ley electoral antes de los comicios para perjudicar a sus adversarios, habría ganado las elecciones.