El primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, prometió ayer poner fin de forma rápida a la nueva crisis de las basuras en Nápoles, mientras los medios de comunicación reproducían imágenes de montones de desechos en las calles de la ciudad y de miles de manifestantes protestando contra el Ejecutivo.

Al menos 20 agentes de policía resultaron heridos en los enfrentamientos de la jornada de ayer. Para calmar los ánimos por la creación de un nuevo vertedero cerca de la localidad de Terzigno, Berlusconi prometió gastar 14 millones de euros en mejorar las instalaciones, al tiempo que insistió en que no había ninguna amenaza para la salud pública. "Esperamos que en un plazo de 10 días, la situación en Terzigno pueda regresar a la normalidad", declaró en una rueda de prensa tras un encuentro de urgencia con ministros, el gobernador regional y el director de Protección Civil.

La nueva crisis de las basuras en Nápoles pone una vez más al Ejecutivo conservador en la picota. El propio primer ministro se refería a la limpieza de las calles de Nápoles tras la primera crisis, nada más llegar al poder, como uno de los grandes éxitos de su gestión al frente del Gabinete.

No todas las protestas han sido violentas, pero durante la noche la policía afrontó a 2.000 manifestantes que lanzaron piedras, mármoles y petardos y bloquearon el vertedero cerca de Terzigno, un parque natural en la ladera del volcán Vesubio.

En Bruselas, un portavoz de la Comisión Europea, que está tomando acciones legales para obligar a Italia a resolver la crisis, aseguró que estaba estudiando la respuesta que había recibido a sus requerimientos desde Roma. "Las autoridades italianas tienen que diseñar un plan para gestionar la basura en la región", declaró el portavoz Joe Hennon a los periodistas.