Silvio Berlusconi parece empeñado en convertir la campaña electoral de Italia en una sucesión de pequeños escándalos. Cuando el país aún no había digerido que llamara "gilipollas" a aquellos que no lo voten el domingo, la jornada de ayer dejó retratado otro de los excesos del primer ministro, que pretendía saltarse la ley que garantiza el equilibrio de las apariciones públicas de los candidatos haciéndose invitar a una de las cadenas de su imperio televisivo. Al final, las protestas de la oposición lo obligaron a desistir.

Para entonces, la palabra gilipollas --en italiano, coglioni -- había entrado de lleno en la campaña y sustituido las enrevesadas polémicas sobre los impuestos. El ministro de Exteriores, Gianfranco Fini, justificó ayer a Berlusconi explicando que "se le escapó toda la tensión" de la campaña cuando, frente a la Asamblea Nacional, insultó a los votantes progresistas. El político centrista Francesco Rutelli consideró que el epíteto berlusconiano "constituye tal vez la principal noticia internacional sobre la campaña italiana". Berlusconi se reafirmó en sus insultos durante un mitin celebrado ayer en Roma.

IMPROPERIO EN BOGA El conservador Gianfranco Miccich¨ y el verde progresista Alfonso Pecoraro Scanio decidieron incorporar el vocablo a la reñida campaña que tiene lugar en Sicilia, donde el 28 y 29 de mayo también se celebrarán comicios autonómicos. "Sicilia ha demostrado siempre que hay pocos gilipollas", dijo Miccich¨, provocando la airada reacción de Pecoraro: "Los sicilianos serán llamados a ser dos veces gilipollas", dijo. Pero fue el también verde Paolo Cento, presidente de la formación, quien se descolgó con la frase más colorida: "El 9 y 10 de abril organicemos una manifestación de gilipollas que vayan a votar, de manera que Berlusconi quede sumergido entre millones de gilipollas que le digan que, en realidad, ha sido él quien en cinco años ha dicho tantas gilipolleces que la gente está harta". "Cuando Berlusconi se desmadra aflora su alma no antidemocrática, sino ademocrática ", comentó Piero Fassino, secretario de los Democráticos de la Izquierda.

VIOLAR UNA NORMA Criticado y ridiculizado, Berlusconi tuvo que acatar además la ley sobre la propaganda electoral y renunciar a la entrevista que iba a conceder en el Canale 5. "Sería una gravísima violación de una ley del Estado", había dicho su rival, Romano Prodi, quien antes había rechazado la misma invitación por considerar que una cadena de Mediaset no era campo neutral. "Tengo derecho a ir a cualquier televisión para explicar nuestro programa, es un derecho pisoteado por un actitud ilegítima de la izquierda", se desahogó Berlusconi.