Donde no lo consiguieron Escipión el Africano, Carlomagno, los Normandos, ni los 143 proyectos presentados en 1968, Silvio Berlusconi podría salirse con la suya. El sueño de unir Sicilia a la península italiana con un puente comenzó en el siglo III a.C. con la primera Guerra Púnica de Roma contra los cartagineses y el proyecto que ahora está sobre la mesa se propone unir los tres o 16 kilómetros que separan ambas orillas, según los puntos, con un puente de una arcada de 3.666 metros de largo.

Sería algo único en el mundo, donde el puente más largo de un arco, en Japón, tiene solo 1.991 metros. Berlusconi ha anunciado la colocación de la primera piedra para el 23 de diciembre y, de terminarse, pasaría a la historia de los desafíos humanos, ya que la zona del puente es la más sísmica de Italia, el agua del mar se desplaza a 20 kilómetros por hora y en los últimos 20 años los vientos han alcanzado hasta los 150 kilómetros por hora.

El puente, pues, se hará. Si el Gobierno conservador no cae antes, si los anunciados recursos judiciales de ecologistas y plataformas ciudadanas no aplazan la obra durante decenios y si la deuda del Estado no alcanza el 2,0% (está en estos momentos al 1,7%), en cuyo caso quebraría.

El anuncio de la construcción, que objetivamente supone un desafío de ingeniería semejante al viaje a la Luna, ha llegado después de que se anuncie que el paro ascenderá hasta el 10% y después de que, dos semanas atrás, las inundaciones, precisamente en Messina, causaron 30 muertos. La razón fue la construcción ilegal de viviendas en los cauces de los ríos.

En Sicilia hay 800 kilómetros de red ferroviaria sin electrificar, los trenes son de los años 60 y viajar de Palermo a Messina (240 kilómetros) comporta casi cuatro horas de viaje. En la zona peninsular donde debería llegar el puente, Calabria, las infraestructuras datan de los años 60. Por lo que se podría producir la paradoja de disponer de un puente de conexión rápida (los transbordadores emplean entre hora y hora y media) para llegar a la otra parte, sin autopistas y con carreteras de segundo orden.

"ULTRAJE AL SUR" Por todo ello, el anuncio del inicio de la construcción del puente no ha sido bien acogido por todos. La oposición progresista define la obra como "un ultraje al sur", al que "el Gobierno trata como una colonia". En internet abundan portales que recogen firmas para oponerse y hay estudios alternativos que intentan demostrar que "el puente no se puede hacer". Incluso varios cantautores del país han creado irónicas piezas sobre su inutilidad.

Las mafias representan una amenaza. Desde el 2001 se han creado cuatro organismos de vigilancia sobre la Cosa Nostra y la N´dranguetta, mafias de Sicilia y Calabria. Un informe del servicio secreto del 2003 ya detectó desplazamientos de capitales mafiosos hacia las zonas del puente.

El proyecto prevé que el 40% del coste cifrado en 6.000 millones de euros lo ponga el Estado y el 60%, capital privado. El importe se añade a los 100 millones ya invertidos en los estudios preliminares. Ahora hay 1.300 millones públicos y bancos de todo el mundo interesados. Los estudios sobre los beneficios económicos estiman que, si los vehículos pagaran los precios actuales de los transbordadores (16 euros ida y vuelta), se tardaría unos 100 años en recuperar el 50% de la inversión. Hay que suponer que el Estado se hará cargo del otro 50%. Las cifras presuponen que todo el tráfico actual pase por el puente, pero en el caso del Eurotúnel (Francia-Gran Bretaña), ha aumentado el número de transbordadores, ya que salen más baratos.