Han pasado seis años y dos meses. El 8 de noviembre del 2011, Silvio Berlusconi anunció su renuncia como primer ministro italiano, a lo que luego seguiría la fragmentación de su partido y de su coalición. ayer, el anciano político (81 años) dio el paso crucial que buscaba para volver a manejar los hilos del poder con la vista puesta en las elecciones generales italianas del 4 de marzo: controlar el frente de centroderecha.

El anuncio fue oficializado ayer y prevé que Forza Italia, el partido de Berlusconi, la derechista Hermanos de Italia y la xenófoba Liga Norte —los tres partidos más grandes del centroderecha italiano— se presenten a los comicios unidos en una coalición a nivel nacional. Al grupo también se ha añadido una cuarta formación, Cuarto Polo, un grupo mixto de políticos salidos de varios partidos y que gozan del apoyo del político-magnate.

La decisión busca repetir el éxito alcanzado en los comicios regionales de Sicilia de noviembre, que Forza Italia ganó junto con Hermanos de Italia (FdI, por sus siglas en italiano) y la Liga Norte, en lo que constituyó un ensayo general antes de las legislativas.

Como protagonista de esta asombrosa reunificación tras años de desunión, Berlusconi no ha dudado en repetir sus ya rodadas tácticas, una amalgama de declaraciones de impacto y gestos simbólicos. Tanto que incluso la reunión clave que ratificó la recobrada pax conservadora se celebró el domingo por la tarde en Villa San Martino, la mansión de Berlusconi en la localidad de Árcore, en Lombardía.

Allí concretó el pacto con Giorgia Melloni, la líder de FdI, y Matteo Salvini, el líder de la Liga Norte con quien la relación personal ha sido a menudo problemática. «Me siento íntimamente convencido de poder ganar de nuevo las elecciones», afirmó Berlusconi. «También Salvini ya no opina que hay que salir del euro», añadió, a la caza del voto moderado.