"Muévanse, muévanse, rápido. Que está a punto de derrumbarse", grita un miembro del equipo de rescate detrás de los escombros de la parroquia Santa Mara Assunta, en la plaza principal de Paganica. "¿No me han oido?", añade. Y, casi inaudible, llega el eco de una voz. "¿Ve esa casa, al lado de la Iglesia? Esa es mi casa o, mejor, lo que queda de ella", asegura Elsa Petricca, una de las 6.000 habitantes de este pueblo en el centro de Italia.

Cesare, su marido, le pone una mano en la cara y le dice que todo irá bien. "Bienvenidos a Paganica, el infierno en la tierra", dice, sarcástico, este hombre de 61 años. A pocos metros de distancia de la iglesia, pedazos de un colchón en el suelo y unas botellas de cerveza vacías recuerdan que hubo vida horas atrás, antes de que ayer Paganica se convirtiese en el epicentro del terremoto que destruyó la casa y el futuro de Elsa, Cesare y sus conciudadanos.

Pero ahora la ciudad está casi desierta. Solo hay grupos de perros sueltos y algún desalojado vagabundea en busca de un sitio donde dormir mientras decenas de soldados y socorristas impiden el paso tras las vallas que delimitan el centro histórico. Detrás de las cintas de protección, la colina en la cual se asoma Paganica se ve inanimada y reducida a escombros. Casi el 30% se desplomó con el seísmo.

Casi todos los vecinos han sido evacuados, tal y como asegura un joven de 31 años cuya familia de seis miembros ha sido instalada en un cámping de emergencia. "Nos alojaron en un campamento pero allí no hay electricidad ni tiendas de campaña. Estamos durmiendo en nuestros coches y estamos aterrorizados", asegura con las lágrimas en los ojos mientras abre paso a una ambulancia que recorre el camino de salida del pueblo.

Paganica dejó ayer de existir. Pero no fue la única en sufrir esa suerte. "Aquí también se desplomó nuestra iglesia y varios edificios históricos. Varias personas también murieron y aún no tenemos noticias de ellos", dice Dino, un hombre de 50 años vecino de Bazzano, otro de los pueblos afectados.

Como Paganica y Bazzano, también sobre San Gregorio, Poggio di Roio, Civita Bagno, Onna y Tempera se abatió la violencia arrasadora del terremoto.

En Onna, a 10 kilómetros de l´Aquila, el 50% de las casas se desplomaron y la otra mitad está inutilizable. El centro histórico de Fosa, dijo el alcalde Luigi Calvisi, está afectado en un 90%, mientras que la parte nueva de la ciudad está intacta.

Más preocupaciones

Salud y vivienda, sin embargo, no son las únicas preocupaciones. Todas las industrias y centros comerciales de la zona han sido cerradas y, en la confusión, nadie reparte informaciones. "¿Qué va a pasar conmigo? Llevo horas sin saber nada. Tengo hijos, una mujer, ¿cómo los mantendré si no puedo trabajar?", dice Dino, obrero de una industria farmacéutica.

"Sé que ha habido muertos y que el Gobierno nos ha pedido que nos vayamos de los centros de las ciudades, pero hay personas ancianas que no quieren ir a ninguna parte", dice otro hombre, que no quiere identificarse, mientras espera una ración de comida y agua cerca de los vehículos de socorristas.

Los desalojados se turnan para recibir las atenciones de sus salvadores y luego se dirigen hacia sus familias. Cada acción se lleva a cabo cuidadosamente, y sus cuerpos se mueven con una lentitud que recuerda que muchos llevan más de 20 horas despiertos. A ratos, se oyen sirenas de una ambulancia y de vehículos de la policía, cada uno de ellos transportando un vivo o un muerto. Luego, el silencio y el goteo de la lluvia, que desde la tarde se abate sobre toda la región de los Abruzos.

Al final de la tarde, la Renfe italiana, subió hasta l´Alquila 16 coches camas en los que se alojaron personas ancianas, mientras que los más jóvenes fueron trasladados a los hoteles de las localidades turísticas de la costa adriática que se encuentran a pocos kilómetros de distancia.

Otros desalojados durmieron en tiendas de campaña, en parques en los cuales abundaban fogatas y vinos para calentarse ante las rígidas temperaturas y olvidar algo la tragedia.

Durante la jornada de hoy, según se anunció, es posible que se añadan otros policías provenientes de ciudades del norte de Italia, así como de otros países, entre ellos Rusia, que ofreció ayuda. Aún se desconoce durante cuantos días durarán las operaciones de rescate y si aún hay gente con vida debajo de los escombros que ya acabaron con la vida de más de 150 personas.