Birmania cuenta las horas para la liberación de Aung San Suu Kyi, la líder prodemocrática que ha pasado 15 de los últimos 21 años encerrada. La misma población que desatendió la farsa de elecciones de la semana pasada espera expectante el reencuentro con la Dama, como se la conoce en el país. Suu Kyi debería salir de su casa del lago hoy, cuando expira su último arresto domiciliario. Varias fuentes afirmaron ayer que la Junta Militar, que gobierna el país con puño de hierro desde 1962, ya había firmado su liberación, aunque no hubo confirmación oficial.

Los rumores activaron Rangún, la antigua capital del país. Cientos de seguidores de Suu Kyi se acercaron a la alambrada que rodea su vivienda, mientras otros se concentraron en la sede de su partido, la Liga Nacional por la Democracia. La formación se había disuelto tras su negativa a participar en los comicios, pero sus oficinas se volvieron a engalanar ayer con retratos de Suu Kyi.

"Las autoridades la liberarán", dijo una fuente militar anónima a la agencia AFP. "No hay ninguna ley que permita mantenerla encerrada un día más. Será libre mañana (por hoy)", abundó Nyan Win, su abogado. Muchos de los seguidores de Suu Kyi llevaban camisetas con su foto y la leyenda Estamos contigo. La seguridad se ha extremado en la capital. Soldados patrullan siguiendo de cerca las muestras de júbilo popular. La última vez que fue liberada, miles de birmanos la siguieron en sus paseos por los mercados.

EXTRAÑO SUCESO Suu Kyi iba a ser liberada el pasado año cuando se vio envuelta en un extraño suceso. Un estadounidense desequilibrado cruzó a nado el lago hasta llegar a su casa y Suu Kyi le cobijó un par de días. La junta tuvo la excusa adecuada para prorrogar su arresto domiciliario hasta hoy, suficiente para impedir su participación en las recientes elecciones.