En una carta abierta, 52 exaltos cargos de la diplomacia británica criticaron ayer con dureza el alineamiento del Reino Unido con EEUU, y exigieron al primer ministro, Tony Blair, que influyera en la "fracasada" política norteamericana en Oriente Próximo o dejara de apoyarla. Es una rebelión "sin precedentes", según los analistas, de la diplomacia contra el Gobierno británico. "Ha llegado el momento de hacer públicas nuestras preocupaciones, para que sean abordadas en el Parlamento", reza la misiva.

Portavoces gubernamentales no especificaron cómo responderá Blair al ataque, y recordaron que los objetivos británicos y norteamericanos en la zona coinciden: "El objetivo de Gran Bretaña es una democracia en Irak, y una solución basada en el principio de dos estados para Oriente Próximo; el Reino Unido buscará estos objetivos con nuestros aliados, incluyendo EEUU", dijo un asesor de Blair.

Los diplomáticos criticaron la política exterior de Blair: "No queremos dañar a Blair, sino reforzar a los que piensan como nosotros", dijo el coordinador de la carta, Oliver Miles, exembajador en Grecia.