Tony Blair y Gordon Brown pasaron la jornada festiva de ayer recorriendo juntos algunos de los distritos electorales de Inglaterra donde el escaño puede peligrar. El último mensaje laborista en la recta final de la campaña, advierte de que si uno de cada 10 simpatizantes se abstiene o vota a los liberal demócratas, el resultado puede ser un Gobierno conservador. Los últimos sondeos detectan aún un 30% de electores indecisos, un voto que se disputan ferozmente los tres principales partidos.

"Hay tres maneras de acabar teniendo un Gobierno conservador: votar a los tories , abstenerse o votar a los liberal demócratas", declaró Blair, en una de las paradas del tour de ayer que había comenzado con un desayuno en la cantina con los trabajadores de Ikea, en Croydon, cerca de Londres. A mediodía, el primer ministro estaba compartiendo una barbacoa con un grupo de padres y madres en Gilligham, un pueblo del condado de Kent, donde Blair, algo más relajado que en los últimos días, le compró un helado a Brown, su inseparable compañero de campaña.

MISMO MENSAJE El escenario iba cambiando, pero el mensaje era siempre el mismo. "Le pido a los británicos que no dejen a Michael Howard colarse por la puerta principal, la de atrás, la lateral, o ninguna otra puerta", declaró el ministro de Finanzas. "Hay un peligro real de que si la gente se queda en casa o vota a los liberales, pueda terminar en ciertos distritos con un diputado conservador que no querían", apostilló el primer ministro.

"Quizá los valores de los liberal demócratas estén más próximos a los nuestros --admitió--, pero son incapaces de poner los medios necesarios para lograr los objetivos deseados". A los dos dirigentes les preocupa la posibilidad de que la mayoría actual de los laboristas se vea reducida drásticamente. Esa posibilidad quizá forzaría la salida anticipada de Blair y terminaría favoreciendo el ascenso de su sucesor.

El líder de los liberales, Charles Kennedy, al que un último sondeo publicado por The Daily Telegraph da un porcentaje del 24% de votos, rechazó de plano el argumento de los votos cruzados: "Es simplemente basura. Si alguien vota liberal demócrata tendrá liberal demócrata".

"LISTO PARA UN CAMBIO" "Los conservadores no tienen ninguna posibilidad de ganar", comentó Kennedy. No comparte desde luego su opinión el jefe de los tories , Michael Howard, quien ayer, en otra maratoniana gira por una selección de distritos donde está en juego el escaño, se mostró confiado en la victoria.

"Creo que nuestro mensaje está siendo captado", afirmó. "La gente sabe lo que el futuro del país necesita y la elección que tienen por delante el jueves es muy clara". "Soy muy optimista y creo que el país está listo para un cambio". De no lograr un resultado honroso, Howard puede acabar de tan mala manera como sus predecesores John Major y William Hague. Los estrategas laboristas dicen haber tenido acceso a documentos de los tories , en los que estos reconocen que necesitan 838.000 votos en 165 de los llamados distritos marginales, donde el escaño puede dar un vuelco, para ganar a Blair.

Esos mismos estrategas tienen dificultad para calibrar con exactitud el impacto que entre los simpatizantes laboristas desencantados va a tener la guerra de Irak. El conflicto reapareció ayer en la campaña, con la muerte del soldado Anthony Wakefield, en un ataque al sureste del país, donde otro militar resultó herido. En el encuentro matinal con la prensa, Blair envió el pésame a la familia. "Lo sucedido muestra una vez más el extraordinario sacrificio que las fuerzas armadas británicas están llevando a cabo en Irak", declaró el primer ministro. Con esta muerte son 87 los británicos caídos desde que comenzó la invasión.