Tony Blair dio ayer un paso más en su obsesión por controlar a todos y cada uno de los ciudadanos que residen en el Reino Unido. El primer ministro británico anunció un proyecto para obligar a los inmigrantes procedentes de países no miembros de la Unión Europea (UE) a dotarse de un carnet de identidad británico. El documento será obligatorio a partir del 2008 para poder trabajar o acceder a los beneficios sociales y deberán poseerlo los residentes extranjeros que vengan a Gran Bretaña por un periodo de más de tres meses.

En conferencia de prensa, Blair presentó el carnet como una obligación impuesta por "la modernidad" y rechazó las numerosas críticas que consideran el proyecto caro y poco efectivo. "Mejorará la protección de los más vulnerables, permitiendo una revisión efectiva y rápida de quienes quieren trabajar", dijo.

Los británicos, por su parte, tampoco escaparán al invento y deberán poseerlo en el año 2009. El carnet que propone Blair es un documento biométrico que contendrá todos los detalles personales, como sexo, fecha de nacimiento y domicilio. Llevará una foto, la huella dactilar y otros detalles como el color del iris de los ojos. También, en el caso de los extranjeros, figurará en él la nacionalidad y el estatus de la residencia en el país.