Tony Blair nunca tuvo dudas sobre la necesidad de derrocar a Sadam Husein e ir a la guerra de Irak, y si las tuvo las ocultó. En cambio, su Gobierno sintió serios recelos al respaldar la decisión. Así al menos lo cuenta el exdirector de comunicación y portavoz de Blair, Alastair Campbell, cuyas memorias acaban de salir a la calle en el Reino Unido.

En Los años Blair , Campbell explica que entre los asesores más cercanos "hubo momentos de grandes dudas", y que el día en que el Parlamento votó a favor de la guerra, dos ministros, John Prescott y John Reid, "parecían estar enfermos físicamente". "Seremos juzgados por el Irak que sustituya al de Sadam Husein y por Oriente Próximo", afirmó entonces Reid quien, sin embargo, siguió fielmente y hasta el último momento junto a Blair.

Campbell, exdirector del diario sensacionalista Daily Mirror, sostiene que durante la guerra Blair rezaba a Dios y hablaba regularmente con "su Creador". El antiguo portavoz gubernamental reconoce que el suicidio del asesor del Gobierno David Kelly fue "uno de los peores periodos de mi vida". Tras la sentencia del juez Hutton sobre el caso que le enfrentó con la BBC, Campbell presentó su dimisión. También aclara que, en contra de lo dicho múltiples veces, fue Blair y no él quien acuñó la frase La princesa del pueblo, con la que el primer ministro aludió a Diana de Gales después de su mortal accidente.

El autor ha ejercido la autocensura, eliminando pasajes comprometidos sobre Gordon Brown, actual primer ministro porque, según explica, no quería poner a los pies del líder conservador, David Cameron, "una mina de oro" que explotara.

Por otra parte, la seguridad de Blair y su familia será una dura carga para los contribuyentes británicos. Al menos 4,4 millones de euros costará asegurar la vigilancia del exprimer ministro, su esposa y sus cuatro hijos. Blair, nuevo enviado especial para Oriente Próximo, es uno de los objetivos del terrorismo.