La sucesión puede esperar. Tony Blair no será el candidato laborista para las próximas elecciones, pero ayer dejó claro que no tiene intención de precipitar su salida de la política. Con la misma energía mostrada durante los ocho años al frente del Gobierno, Blair frenó en seco todas las especulaciones sobre su partida, presentando al congreso laborista un plan de nuevas reformas liberales en el sector público y en la economía.

El primer ministro instó al partido a adaptarse al nuevo modelo, que supone la globalización, para que el Reino Unido "no sufra el malestar de Francia o la angustia de Alemania". El Nuevo Laborismo ha sido "el partido del cambio y debe seguirlo siendo". "Así podremos ganar la cuarta elección y el futuro puede ser nuestro", declaró Blair.

LOS NUEVOS RETOS Entre los nuevos retos, el líder laborista citó el cambio climático, "porque el calentamiento del planeta es algo que el mundo no puede desatender". También indicó que, para alcanzar un crecimiento sostenible, habrá que "contar con la energía nuclear". "En el futuro, nuestra energía va a depender de algunas de las partes más inestables del planeta", afirmó el premier .

Blair quizá estaba pensando en Irak, un conflicto bélico al que sólo aludió de pasada, para insistir en que "Gran Bretaña siempre será el primer aliado de Estados Unidos". En materia de seguridad, el primer ministro reclamó "poderes excepcionales" para la policía y también mano dura con los "comportamientos antisociales".

RECUERDO A LOS INGRATOS Su intervención desde la tribuna de Brighton empezó recordando a los ingratos la tercera victoria laborista en las pasadas elecciones generales y su satisfacción por el reciente desarme del IRA. También alabó la gestión de su presumible sucesor, el ministro de Finanzas, Gordon Brown, que debe seguir conformándose con el papel de heredero. La mujer de Blair no se mordió la lengua cuando una periodista le preguntó si echaría de menos el Gobierno. "Querida, falta aún tanto tiempo para eso que ni siquiera me lo he planteado", respondió Cherie Blair.

De momento, los laboristas tienen poco que temer de la oposición. Los miembros del Partido Conservador echaron ayer por tierra la propuesta de su jefe, Michael Howard, negándose a cambiar las normas para la elección de su futuro líder. Howard anunció su renuncia tras la derrota en las urnas en mayo y pensaba marcharse en octubre.

La actual normativa deja en manos de los militantes la designación de líder. Ian Duncan Smith, obligado a dimitir por incapacidad manifiesta, ha sido hasta ahora el único elegido con esas reglas. Howard quería volver al antiguo sistema que da la última palabra a los diputados. Las bases, sin embargo, seguirán mandando, lo que no augura nada bueno para los tories .