El caso Litvinenko se convirtió ayer en una cuestión de Estado cuando el primer ministro Tony Blair declaró que "ninguna barrera diplomática o política" interferirá en la investigación sobre la muerte del expía ruso, exiliado en el Reino Unido. Durante una conferencia de prensa, celebrada en Copenhague, Tony Blair agregó: "La investigación irá por donde tenga que ir. Vamos a averiguar lo que pasó y quién es el responsable, porque se trata de un asunto muy serio".

El mandatario británico dijo que hablará del asunto con el presidente ruso Vladimir Putin "en el momento apropiado".

Blair y Putin no coincidirán en la cumbre de la OTAN que se celebra en Riga. La pasada semana, Putin ya negó cualquier implicación de su Gobierno en la muerte de Litvinenko, que había obtenido la nacionalidad británica. Ayer hizo lo mismo el ministro de defensa, Sergei Ivanov, quien en una entrevista publicada por el semanario alemán Der Spiegel, argumentaba que la muerte no favorecía al Kremlin.

Entretanto, en Londres ya son más de 1.000 las personas que han llamado alarmadas a los teléfonos especiales de la Sanidad Pública. Por el momento, hay registrados ocho ciudadanos supuestamente contaminados con el polonio 210 que mató a Litvinenko. Todos ellos han sido enviados a una clínica especializada para su reconocimiento.

Entre ellos se encuentra el profesor italiano Mario Scaramella, el hombre que comió en el restaurante de sushi, con el antiguo agente de la KGB el pasado 1 de noviembre, el día en que este comenzó a sentirse mal. Escondido en Roma, Scaramella viajó ayer a Londres y está escondido.

PRECAUCIONES La autopsia del cadáver de Litvinenko y "otros exámenes especiales" se efectuarán el viernes. El equipo forense tomará "las precauciones apropiadas" para garantizar que no corren ningún riesgo de resultar contaminados por la radiactividad del cadáver.