Ni el Parlamento, ni los electores. Será un juez, el insigne magistrado Brian Hutton, quien decida hoy la suerte del primer ministro británico Tony Blair. Tras seis años y medio de Gobierno con mayoría absoluta, la trayectoria del líder del Nuevo Laborismo puede llegar a un abrupto final, si Hutton critica a Blair en las conclusiones sobre la muerte del científico David Kelly. El juez de la Cámara de los Lores, recién jubilado, emitirá hoy a las 13.30 (hora española) su último veredicto, que será televisado en directo y está llamado a hacer historia.

El informe sobre el suicidio del experto en armamento y confidente de la BBC, será la segunda gran prueba que tiene que superar Blair en menos de 24 horas. Anoche, su autoridad dentro del Partido Laborista sufrió un desafío sin precedentes.

HUMILLANTE MARGEN A punto estuvieron los diputados rebeldes de derrotar el polémico proyecto para la subida de las tasas universitarias. A pesar de contar con una envidiable mayoría de 161 escaños en la Cámara de los Comunes, Blair sólo logró sacar adelante la reforma por un humillante margen de cinco votos. El resultado final, con 316 votos a favor y 311 en contra, no pudo ser más ajustado. Por si había poca polémica, al primer ministro lo salvaron los votos de los parlamentarios laboristas escoceses, aunque Escocia tiene un régimen autonómico propio en materia de Educación y no se verá afectada por la subida de las matrículas que afectará a las universidades de Inglaterra y Gales.

Lo ocurrido ayer pone en evidencia cómo la enorme mayoría con que teóricamente cuenta el primer ministro, es en la práctica una fuerza ingobernable. La insurrección hubiera triunfado plenamente si, a media mañana de ayer, el antiguo miembro del Gobierno Nick Brown, jefe de los rebeldes, no hubiera anunciado que finalmente apoyaría la reforma. Su súbita conversión, sin una justificación aparente, dio lugar a muchas especulaciones.

PREGUNTAS En medio de esta crisis de autoridad, el primer ministro espera ahora el veredicto del juez Hutton, que puede reabrir las preguntas sin respuesta sobre las razones que le llevaron a participar en la guerra contra Irak. Blair tendría graves problemas si el informe diera a entender que en su manera de presentar al Parlamento y al país la situación sobre Irak confundió la información disponible de los servicios secretos, con la propaganda. Grave sería también cualquier sugerencia de que exageró intencionadamente el peligro que suponía Sadam cuando dijo que podía lanzar un ataque con armas de destrucción masiva en 45 minutos. Blair ha prometido que presentará su renuncia si se demuestra que mintió.