EDAD 57 AÑOS

LUGAR DE NACIMIENTO GUAYO (PROVINCIA DE SANCTI SPIRITUS, CUBA)

OCUPACION AMA DE CASA Y ABANDERADA DE LA CAMPAÑA PARA LA LIBERACION DE SU MARIDO

TRAYECTORIA ACADEMICA ESTUDIO HASTA EL BACHILLERATO

Desde el balcón de Blanca Reyes en La Habana se ve la plaza de la Revolución. Hace 18 meses, cuando los agentes de seguridad se llevaron a su marido, el poeta y periodista Raúl Rivero, Reyes aulló desde allí: "!Allí va un hombre!", mientras los chivatos del barrio lanzaban consignas a favor del Gobierno. Con ese grito, esta ama de casa se transformó en líder de la campaña para liberar a Rivero, condenado a 20 años de cárcel en el 2003 por publicar artículos críticos con el Gobierno.

--Desde el 19 de agosto las autoridades de la prisión de Canaleta no le dejan ver a Raúl. ¿Por qué?--En agosto fui a entregarle medicinas a Raúl. El tiene un enfisema pulmonar y la pierna negra hasta la rodilla por problemas circulatorios. Cuando llegué a la cárcel, después de esperar varias horas, un guardia me dijo que no podía entregárselas, así que me puse a gritar en medio del patio que no me dejaban pasarle las medicinas a Raúl. Cogí del brazo al guardia y le dije que sería responsable de lo que le pasara. Ellos tienen temor de que explote, porque aquí donde me ves, me pongo brava y les digo de todo. El pasado miércoles, Reyes declaró que finalmente ha podido entregar las medicinas a su marido.

--¿Cómo se encuentra Raúl?--El es muy digno y soberbio, pero las condiciones en la cárcel son pésimas. Estoy luchando por sacarle de allí, porque a mí no me lo van a devolver cadáver.

--Usted denunció que un carcelero hostigaba a su marido, y que los jefes de la prisión incitaban a los presos a aislarle.--Eso fue en junio, pero ahora se ha calmado. Los presos respetan a Raúl y él es muy chévere con ellos. Cuando le visito, todo el mundo sabe que soy su mujer. Me visto de blanco --porque yo iré siempre de blanco hasta que lo liberen--, me perfumo, me pongo mis joyas y llego con 200 libras en paquetes. Le compro lo mejor que encuentro, como jabón, y él se lo da a los presos. Eso a los carceleros les enferma.

chévere

--¿Cuándo hablaron por última vez?--Esta semana, por teléfono. Nos permiten hablar 25 minutos a la semana con él, que nos repartimos a la mitad entre su madre y yo. Yo le pongo al día de las noticias y los premios que recibe y él me lee los últimos poemas que ha escrito.

--¿Cuándo volverá a verle?--El 19 de noviembre. A Raúl y a mí nos permiten vernos seis veces al año, unas 14 horas en total. Después de la última visita querían enviarlo a una celda de castigo durante cinco días, pero como ya lo habían tenido ahí 11 meses y vieron que a él no le importaba, le prohibieron la visita conyugal del 11 de septiembre, porque sabían que eso sí le iba a doler.

--¿Tiene miedo de que la detengan?--Sí, pero no voy a callarme por eso. Me han amenazado varias veces. Hace unos meses, en una iglesia de Miramar, cuando llegó el momento de darnos las manos, yo se las cogí a un agente que tenía cerca. El me amenazó: "20 años, Blanquita, 20 años", y yo le contesté: "Calla y reza, que esto es una iglesia". Yo les digo a ellos que si me encarcelan, Raúl y yo seremos como Ethel y Julius Rosenberg.

--¿Qué países le han brindado apoyo?--España, EEUU y la UE. José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero me han escrito personalmente para decirme que harían lo posible para que Raúl saliera de la cárcel.

--¿Confía en una mediación del Gobierno de Zapatero?--Yo no quiero involucrarme políticamente. Aznar es un gran amigo, pero Zapatero también. No voy a hacer público el contenido de las cartas, pero los dos fueron muy cariñosos. Me gustó que Zapatero dijera que trataría de ayudar al "insigne poeta".