El Gobierno anunciaba medidas y el primer ministro, François Fillon, decía esperar que la normalización se produzca "en cuatro o cinco días", un alarmado Michel-Edouard Leclerc, patrón de un grupo distribuidor, aseguraba que a este ritmo "antes de que acabe la semana ya no habrá más carburante".

La patronal advirtió ayer del "coste económico" que ya supone para el país el bloqueo energético. No solo el transporte languidece; otros sectores, como la hostelería, el ocio, la construcción, el comercio y la industria química empiezan a notar sus efectos, según los empresarios.

Su presidenta, Laurence Parisot, se declaraba ayer "muy inquieta por lo que les pueda ocurrir a las pequeñas empresas frágiles ante cualquier imponderable". Su homólogo de la confederación de pequeñas y medianas empresas, Jean-Eudes du Mesnil du Buisson, alertó de que las empresas empiezan a funcionar a medio gas porque "los empleados tienen dificultades para llegar a trabajo".

En cuanto a la escasez de gasolina, se reparte de forma desigual. Mientras en Marsella ayer por la tarde se veía menos tráfico del habitual pero todavía cierta calma en las gasolineras, la situación era mucho peor en otras zonas del país, y en especial en el noroeste.