Hace ya más de cinco meses que los iraquís eligieron en las urnas a los 325 diputados del Consejo de Representantes, y las fuerzas vencedoras no han logrado acercar posiciones para formar un gobierno. Los insurgentes intentan sacar tajada de todo ello incrementando la violencia y alimentando las tensiones entre confesiones religiosas. Según el Gobierno, la cifra de muertos civiles durante el pasado julio se ha doblado con respecto al mes anterior.

El lunes, la coalición Al Iraquiya, liderada por el chií laico Iyad Allawi, rompió las negociaciones con la coalición el Estado de Derecho, del primer ministro interino Nuri al Maliki. Todo ello aviva las dudas en la Administración de EEUU de que la transición política esté lo suficientemente madura para que las entre 50.000 y 65.000 tropas que se quedan hasta finales del 2011 puedan marcharse sin que estalle una guerra civil.

DURA PUGNA "Hoy en día, el estado de las relaciones entre los grupos religiosos y étnicos está marcado por una pura lucha por el poder; la pugna sobre los recursos, el agua y el petróleo, es aún una gran fuente de inestabilidad; el problema de la ciudad petrolera de Kirkuk, ¿como puede uno pensar que se puede resolver tras la marcha de las tropas de EEUU?", se pregunta el analista turco Cem Oguz en Hurriyet Daily News.