En un escenario político polarizado que no ha excluido acusaciones subidas de tono y augurios apocalípticos, unos 3,7 millones de bolivianos eligieron ayer a los 225 integrantes de la Asamblea Constituyente que, según el Gobierno, buscará "refundar" el país, y se pronunciaron a su vez en un referendo sobre la posibilidad de dar más autonomía política y financiera a los departamentos (regiones).

"Estoy convencido de que la Asamblea Constituyente va a empezar no solamente a liberar a los pueblos (indígenas) sino todos los recursos naturales", dijo el presidente Evo Morales, después de votar. Para Morales, estos comicios son un plebiscito de sus más de cinco meses de gestión, marcada por la nacionalización de los hidrocarburos y la reforma agraria.

La Asamblea Constituyente debe reunirse el 6 de agosto, el día del nacimiento de la República, en Sucre, su capital histórica. Allí se tratará de sentar las bases de un nuevo modelo de Estado que reconozca los componentes multiraciales y culturales de Bolivia. El MAS espera que la popularidad de Morales, del orden del 75%, se termine traduciendo en las urnas y le dé al oficialismo los dos tercios necesarios que le permita redactar una Carta Magna de fuerte contenido nacionalista y, al mismo tiempo, habilite el camino de la reelección presidencial. Los partidos de la derecha, Podemos y Unidad Nacional, alertaron del peligro de "giro populista".

PROSPEROS Y OPOSITORES La región de Santa Cruz, la más próspera de Bolivia, es también el principal referente opositor a Morales, y ha visto en el referendo autonómico una posibilidad de distanciamento. Ese movimiento autonomista cruceño cerró su campaña a favor del con más de 250.000 personas alrededor del monumento al Cristo Redentor. Sus promotores repitieron la advertencia de que si el MAS sigue avanzando, Bolivia será un calco de Cuba y Venezuela.