Una explosión en las proximidades de una comisaría de policía en la localidad de Ramadi, a unos 100 kilómetros al oeste de Bagdad, causó ayer la muerte a siete iraquís y heridas a otros 45. Casi todas las víctimas eran jóvenes reclutas que acababan de recibir la instrucción necesaria para formar parte del nuevo cuerpo de la policía local de Ramadi entrenado por las tropas ocupantes.

Horas después de la explosión, los charcos de sangre todavía eran bien visibles sobre el pavimento y las aceras de los alrededores del lugar de la explosión. Según testigos presenciales, la deflagración fue originada por una bomba colocada en un saco.

NERVIOSISMO

En el momento del ataque, no había soldados de EEUU en el interior del recinto policial. Con este atentado, la resistencia leal a Sadam reitera su voluntad de atacar a los iraquís que colaboran con la nueva administración anglo-norteamericana. La oleada de emboscadas ya ha comenzado a sembrar la inquietud y el nerviosismo entre los familiares de las tropas estadounidenses desplegadas en Irak.

Abdulá Shihan, comisario de policía en Ramadi, culpó del ataque a "mercenarios que pretenden desestabilizar la seguridad de esta ciudad". El viernes, en una grabación de audio atribuida a Sadam Husein y difundida por la cadena de televisión qatarí Al Jazira, una voz similar a la del exdictador iraquí confirmó la formación de resistentes en Irak "con la misión de hostigar" a las fuerzas ocupantes, al tiempo que anunció "días difíciles" para los soldados extranjeros en Irak.

Ramadi es una pequeña ciudad en una región habitada principalmente por sunís. Considerada como uno de los bastiones del depuesto régimen de Sadam Husein, los enfrentamientos armados entre partidarios de Sadam y las fuerzas de EEUU se han multiplicado en los últimos días.

Desde el pasado 1 de mayo, cuando el presidente norteamericano, George Bush, proclamó el fin de la guerra, los mandos militares han admitido la muerte de 26 soldados norteamericanos.

A pesar de las numerosas emboscadas, la administración norteamericana en Irak insistió en que no hay razón para alarmarse y en que la resistencia iraquí sólo está dando sus últimos coletazos.

Por otra parte, los soldados estadounidenses que intervenían en la operación Cavadores de Tumbas descubrieron ayer en un cementerio de Bagdad un arsenal de la resistencia iraquí. Encontraron fusiles, bombas de fragmentación, abundante munición y un lanzagranadas. Las tropas ocupantes detuvieron a seis personas por violar el toque de queda y a otra, por intentar atacarles.