¿Están los territorios ocupados en guerra civil entre Al Fatá y Hamás? Esta es la pregunta que preocupa a analistas, políticos y a la sociedad palestina. "Tenemos factores de una guerra civil, pero la violencia entre Hamás y Al Fatá no puede considerarse así porque no enfrenta a bloques religiosos, nacionales o ideológicos. Se trata de una lucha de poder que puede ser más sangrienta", afirma Aymán Shahín, profesor de Política Internacional de la Universidad de Abú Dis.

"Yasir Arafat dijo una vez que la causa palestina es la historia de una democracia en un bosque de armas. Esto es lo que está ocurriendo. La violencia es un arma política y genera más violencia", opina Salah al Bardaweel, jefe del Grupo Parlamentario de Hamás en Gaza. "Nunca habrá una guerra civil. Llegado un punto extremo, las facciones se controlan. La estructura social hace imposible una guerra civil", coincide con el islamista Adly Sadeq, jefe de Al Fatá en Jan Yunis.

Las diferencias entre Hamás y Al Fatá nacen de un desencuentro político. "Hamás ganó las elecciones y le arrebató el poder a Al Fatá. Al Fatá no lo ha asimilado y Hamás es incapaz de aceptar una oposición fuerte", dice Shahín. Durante años, Hamás boicoteó al Gobierno de Al Fatá, y Al Fatá hace lo mismo.

"En la política palestina hay un discurso ideológico, de principios, que se opone frontalmente a Israel. Y hay un discurso político, basado en la realidad, que trata de solucionar los problemas aceptando que Israel está aquí y siempre lo estará. Hamás gobierna en el nivel ideológico, y eso es un desastre, que nos lleva al aislamiento internacional y a la crisis", razona el líder de Al Fatá en Jan Yunis. "¿Qué sentido tiene reconocer a Israel a cambio de nada?", se pregunta Bardaweel, quien añade: "Abú Mazen representa a una parte de Al Fatá que cree que hay que negociar con Israel. Pero otra gran parte de Al Fatá, simbolizada en el exministro Mohamed Dahlán, solo quiere tratar con los israelís por sus negocios. Esas dos facciones coinciden en querer acabar con un Gobierno democrático".

Pero el caos y la violencia no obedecen solo a cuestiones políticas. Mientras Al Fatá gobernó, solo los que estaban en su órbita lograban trabajos y beneficios. Ahora los islamistas están pagando a Al Fatá con la misma moneda. "Hay una espiral de venganzas mutuas", reflexiona Shahín, quien apunta a las diferencias internas de los dos partidos como causas de la violencia. Al Fatá es una miríada de pequeños, medianos y grandes barones que cuentan con sus propias milicias y que sufre una crisis interna entre la nueva y la vieja guardia desde antes de la muerte de Arafat.

Hamás está dividida entre el liderazgo interno en los territorios --el primer ministro, Ismail Haniya-- y el exterior (Jaled Meshal, en Damasco), que es el que controla a los milicianos a través del auténtico hombre fuerte en Gaza y ministro de Exteriores, Mahmud al Zahar. "Como Haniya no tiene poder para imponerse a Meshal, sus negociaciones con Abú Mazen sobre el referendo son inútiles si el exilio no está de acuerdo. Por eso, los enfrentamientos continuarán", prevé Shahín. En cambio, Bardaweel y Sadeq coinciden en que no habrá referendo porque es inminente un acuerdo de Hamás y Al Fatá.