El origen de la mayor catástrofe de la historia de Air France sigue siendo un misterio. Los esfuerzos se concentraron ayer en la búsqueda de los restos del Airbus A-330 siniestrado la madrugada del lunes, en plena tormenta, con 228 personas a bordo. No hay esperanza de encontrar supervivientes. Transcurridas 34 horas desde la desaparición del vuelo entre Río de Janeiro y París, la Fuerza Aérea brasileña localizó en el océano Atlántico, a 650 kilómetros del archipiélago de Fernando de Noronha, los primeros fragmentos que podían proceder del aparato. Y horas después, restos esparcidos en una franja de 5 kilómetros.

"Estamos inmersos en una carrera contra el reloj. Se está haciendo un gran esfuerzo para encontrar las cajas negras, porque es lo único que nos permitirá saber qué ha pasado", explicó el ministro francés de Ecología y Transporte, Jean-Louis Borloo. Las cajas negras emiten señales durante un mes. Después, será imposible hallarlas en el océano. Especialmente en una zona donde las aguas alcanzan en algunos puntos casi los 6.000 metros de profundidad.

Además de destinar medios aéreos y navales a la operación, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, ha pedido ayuda al Pentágono para que los sofisticados satélites de EEUU colaboren en la localización de los restos del avión. Pese a que prevalece la hipótesis de un accidente, París no descarta ninguna posibilidad. Incluido el atentado terrorista. Así lo dijo el ministro de Defensa, Hervé Morin, aunque admitió que no hay indicios de presencia a bordo de explosivos o de miembros de grupos radicales.

TESIS DESDIBUJADA La tesis de que la única causa del siniestro sea el impacto de un rayo, como apuntó inicialmente Air France, pierde fuerza. Según los expertos, los aviones modernos no solo están preparados para recibir este tipo de descargas, sino que están relativamente acostumbrados a ellas. Se calcula que un avión es alcanzado por un rayo cada mil horas de vuelo.

El Airbus A-330 siniestrado, que entró en servicio en abril del 2005 y acababa de pasar un control técnico, es considerado uno de los aviones más seguros del mundo. Los pilotos lo aprecian por su fiabilidad. De hecho, se trata del modelo elegido por Sarkozy como nuevo avión presidencial. Uno de estos birreactores de largo recorrido ha sido adquirido a la compañía Air Caraïbes para ser transformado en el Air Force One francés.

La recuperación de los restos del avión siniestrado resulta vital para averiguar qué pudo suceder en medio del océano para que el piloto no tuviera tiempo ni de enviar un mensaje de socorro. Ayer trascendió que en las comunicaciones automáticas enviadas por el aparato se daba cuenta de la presencia de hielo y de la despresurización de la cabina. La sucesión de averías se produjo en una área situada fuera del control de los radares, temida por los marinos y conocida por los pilotos por su fuerte inestabilidad meteorológica.

Varias embarcaciones de la Armada francesa, además de tres buques mercantes, se dirigían ayer hacia la zona donde pilotos del Ejército del Aire brasileño habían avistado piezas metálicas, un asiento de avión, restos de carburante y una boya naranja. Posteriormente el ministro de Defensa brasileño, Nelson Jobim, anunció el hallazgo de "un conjunto de restos" esparcidos y dijo no tener "ninguna duda" de que se trataba del vuelo 447, aunque para verificarlo debe hallarse en alguno de ellos el número de identificación del avión siniestrado. Los fragmentos están a unos 60 kilómetros a la derecha de la ruta que debía seguir, lo que podría indicar un intento de dar media vuelta.

MINUTO DE SILENCIO La tristeza ensombreció lo que ayer debía ser una celebración en el aeropuerto parisino Charles de Gaulle. Estaba previsto recibir con confeti y champán el primer aterrizaje de un vuelo comercial del mayor avión del mundo, el Airbus 380. El vuelo de Singapur Airlines pasó desapercibido. La celebración se suspendió y se guardó un minuto de silencio.