La campaña electoral brasileña se cerró en la medianoche de ayer con un exceso de cordialidad por parte de los competidores. Dilma Rousseff y José Serra, su principal rival, evitaron los roces en su último debate televisivo. Todo quedó entonces como la última encuesta de Datafolha, según la cual la heredera del presidente Luiz Inácio Lula da Silva obtendría el 52% de los votos válidos y evitaría ir a una segunda vuelta.

El Partido de la Socialdemocracia de Brasil (PDSB), al que pertenece Serra, y que se ha aliado con los conservadores, espera un milagro.

El nombre de ese milagro sigue siendo el de Marina Silva, la abanderada del Partido Verde, quien tuvo en el debate las palabras más mordaces para Dilma, su excompañera en el Partido de los Trabajadores (PT), y también para el candidato del PSDB.