El presidente ecuatoriano, Rafael Correa, aseguró ayer que "América Latina y el mundo" pueden "dormir tranquilos" porque se han espantado los fantasmas de la guerra tras la cumbre de Santo Domingo.

Al margen de los fuertes discursos que luego se transformaron en abrazos, la reunión del Grupo de Río pudo desactivar la bomba. La crisis se inició el 1 de marzo con la incursión colombiana en Ecuador para matar a Raúl Reyes, el número dos de las FARC, y llegó a su punto máximo de tensión con la ruptura de relaciones de Bogotá con sus tres vecinos: Ecuador, Nicaragua y Venezuela. Pero gracias al Grupo de Río, un foro de concertación latinoamericano, la sangre no ha llegado al río.