En una atmósfera de incertidumbre, tuvieron lugar ayer en Bagdad los funerales por el presidente rotatorio del Consejo de Gobierno Iraquí (CGI), Ezedin Salim, el dirigente político iraquí de mayor rango asesinado en Irak tras el final de la guerra, hace ya más de un año. El procónsul norteamericano en Irak, Paul Bremer, reiteró durante la ceremonia la voluntad de la coalición de "seguir adelante" con el proceso político iraquí.

FUNERAL Salem murió cuando esperaba entrar en la superprotegida Zona Verde, el perímetro de seguridad que rodea a la sede de la Autoridad Provisional de la Coalición (CPA) y del Consejo de Gobierno iraquí, cuando un coche bomba saltó por los aires. Tras el funeral, en la sede del CGI, el cadáver de Salim fue trasladado a su ciudad natal, Basora.

El ministro del Interior iraquí, Samir Sumaydai, sirvió ayer la polémica al hacerse eco de una versión de los hechos "no confirmada" según la cual Salim fue retenido en un control militar norteamericano debido a que carecía de los documentos necesarios, un hecho que le habría hecho vulnerable.

Entretanto, los combates prosiguen en las dos ciudades santas de los shiís, Nayaf y Kerbala. El gran ayatolá Alí al Sistani pidió ayer a los ciudadanos mostrar de forma pacífica su protesta por las recientes violaciones de los lugares santos shiís por las tropas de EEUU. Sistani respondía así a un llamamiento del cabecilla radical, Moktada al Sadr, para que los shiís acudieran a Nayaf y Kerbala a defenderlas de las incursiones de EEUU.