Gordon Brown situó ayer la educación y la sanidad públicas en el eje del ideario para la segunda década de laborismo en el Reino Unido. En su primer discurso ante la conferencia anual del Partido Laborista como jefe del Gobierno, Brown abandonó el ámbito estrictamente económico, en el que estuvo confinado en el pasado, cuando era responsable de Finanzas. En Bournemouth se presentó como un estadista, ofreció su visión de futuro sobre los problemas que preocupan a los ciudadanos y prometió luchar por una sociedad más igualitaria.

"Quiero una Gran Bretaña donde todos cumplan sus obligaciones y todo el mundo tenga la posibilidad de desarrollarse al máximo", "soy un político de convicciones" y "no os decepcionaré", afirmó ante dirigentes y militantes puestos en pie, que le ovacionaron como es de rigor en estas ocasiones. El reconocimiento era, sin embargo, genuino.

LOS SONDEOS, A FAVOR Después de tres meses muy difíciles al frente del Gobierno, en los que se ha enfrentado a ataques terroristas, crisis bancarias y epidemias en granjas y establos, la creciente popularidad de Brown sorprende incluso a sus íntimos colaboradores. En el último sondeo, publicado ayer por el diario The Sun , los laboristas, con un 42% de intención de voto, aventajan en 8 puntos a los conservadores, relegados al 34%.

Las cifras alimentan las especulaciones de unas elecciones anticipadas, opción estratégica que no está descartada, pero a la que Brown no hizo la menor alusión en su discurso. El primer ministro ni siquiera mencionó a sus rivales, el conservador David Cameron y el liberaldemócrata Menzies Campbell.

La suya fue una declaración general de principios y valores, sin propuestas concretas ni la brillantez retórica de su antecesor, Tony Blair. La despachó, eso sí, con emoción y una seriedad sobrecogedora. "Algunas veces me dicen que soy demasiado serio, pero las cosas no siempre son fáciles", afirmó, evocando traumas personales, como cuando estuvo a punto de perder la visión siendo adolescente por un accidente jugando al rugbi.

Aquella experiencia y la de su formación intelectual en Escocia le hicieron comprender la importancia de un buen sistema de sanidad y educación públicas. "Voy a luchar por nuestras escuelas y nuestros hospitales, por una Gran Bretaña más fuerte, y voy a luchar siempre por vosotros", afirmó.

PATRIOTISMO En su declaración hubo también una buena dosis de patriotismo. En una hora aludió en más de 70 ocasiones a Gran Bretaña y a lo británico. "Ni Margaret Thatcher llegó a tanto", comentó el jefe de política de la BBC, Nick Robinson.

Brown, que también citó la Biblia, prometió expulsar del país a los extranjeros que trafiquen con drogas o lleven armas. Los inmigrantes deberán "aprender la lengua y cultura y acatar las normas" del país, señaló.

Los temas internacionales solo los rozó. En Irak y Afganistán, Brown afirmó que el Reino Unido trabajará para lograr "la seguridad, la reconciliación política y la reconstrucción económica". También prometió cooperar con los aliados para luchar contra el terrorismo internacional.

El primer ministro tuvo palabras de elogio para Blair, su antecesor y gran rival, quien está haciendo, dijo, un gran papel en Oriente Próximo. La rivalidad Blair-Brown pertenece al pasado. La sala aplaudió aliviada.