Ultimamente las reuniones del presidente de Estados Unidos, George Bush, con sus homólogos europeos, se sienten más como operaciones de imagen que como trascendentales encuentros estratégicos. Sucedió en la reciente cumbre de la langosta con Vladimir Putin y se repitió ayer y el domingo en el primer encuentro oficial entre Bush y el primer ministro británico, Gordon Brown.

Las reuniones, que arrancaron el domingo en Camp David (Maryland), han servido a los dos dirigentes para borrar dudas sobre las relaciones entre Washington y Londres una vez concluido el mandato de Tony Blair, principal aliado de Bush desde la invasión de Irak.

No es que la imagen de sintonía sea superficial, pero tanto Washington como Londres necesitan enviar un mensaje de firmeza en su empeño común por demostrar que "la guerra contra el terror", cuyos epicentros son Irak y Afganistán, es necesaria. Y ayer, tras un desayuno de trabajo que sirvió para continuar la conversación de dos horas que Bush y Brown mantuvieron en la cena del domingo, ambos mandatarios se esforzaron por disipar ante la prensa todas dudas sobre su relación.

RETIRADA DE TROPAS En lo que fue más cauteloso Brown fue al responder a preguntas sobre una posible retirada de tropas británicas. El primer ministro británico dejó claro que cualquier decisión en ese terreno se basará "en los consejos militares de los mandos sobre el terreno", la misma terminología que emplea Bush.