El Gobierno británico reforzará su contingente en Afganistán con 500 nuevos soldados, pese a que la intervención militar en el país centroasiático es cada vez más impopular. El número de soldados desplegados por Londres se elevarán a 9.500, según anunció ayer en la Cámara de los Comunes el primer ministro británico, Gordon Brown.

El incremento, muy por debajo de los 2.000 soldados adicionales que reclamaban los mandos militares sobre el terreno, estará condicionado a varias exigencias. Brown exige al Gobierno de Afganistán que aumente su propio despliegue de tropas en la provincia de Helmand, algo de lo que asegura haber recibido garantías, tanto del presidente, Hamid Karzai, como de Abdulá Abdulá, su principal rival.

TAREA COMPARTIDA Los militares británicos deberán contar para ser desplazados con los equipos y el entrenamiento necesarios para realizar su misión, evitando así deficiencias que han costado vidas y sobre las que ha habido un sinfín de quejas.

El primer ministro pide además a los países de la OTAN que incrementen la cifra de sus soldados sobre el terreno, en lo que cree debe ser una tarea compartida. Ahora, el Reino Unido carga con la mayor contribución de la coalición internacional en Afganistán tras EEUU, pese a que el conflicto disgusta cada vez más a los británicos.

En la última encuesta, publicada ayer por el diario The Times , un 36% de los consultados apoya una retirada inmediata de las tropas, un 7% más que a mediados de septiembre. La mayor oposición a la participación en el conflicto se da entre las mujeres. Cuatro de cada 10 británicas quiere al Reino Unido fuera del país asiático. Entre los hombres, el rechazo ha aumentado del 29% al 32%, siendo más elevado entre los votantes laboristas.

El elevado número de soldados que han perdido la vida en los últimos meses en suelo afgano está cambiando la visión que del conflicto tiene la opinión pública. La propia Cámara de los Comunes fue ayer el lúgubre ejemplo de que los combates son cada vez más violentos. Reunida por primera vez tras las largas vacaciones estivales, el turno de preguntas y respuestas de los miércoles comenzó recordando a los caídos. Brown, vestido de negro, leyó durante cuatro minutos los nombres de los 37 soldados muertos en verano.

Todas las fuerzas políticas se unieron a los mensajes de homenaje y condolencia. Pero en el ánimo de los británicos, pesa también el clima de abuso.