Después de muchos años de esconder su ambición, Gordon Brown presentó ayer su candidatura como sucesor de Tony Blair y futuro primer ministro del Reino Unido. En el discurso pronunciado en la Conferencia Laborista que se celebra en Manchester, el responsable de Finanzas dejo claro que está listo para liderar el partido y para vencer a los conservadores.

Brown pidió a los laboristas y los electores su respaldo, reconociendo y lamentando, también por primera vez sus disputas con Blair. "Lamento cuando las diferencias nos han distraído de los asuntos que cuentan y sé que Tony también lo lamenta", señaló Brown, quien rindió tributo al hombre con el que ha compartido dos décadas de carrera política. Desde la tribuna, Blair siguió atentamente las palabras de quien lucha por sucederle y aplaudió, como el resto de la sala, cuando Brown dijo estar dispuesto a combatir con el nuevo líder conservador, David Cameron. "Estoy seguro de que mi experiencia y mis valores me dan el peso para tomar decisiones difíciles", afirmó.

La experiencia y su buena gestión al frente de la economía británica durante nueve años es la gran baza de un político, considerado como alguien inteligente y volcado en su trabajo, pero demasiado distante y con poco don de gentes. Brown trató de suavizar su imagen, mostrándose más humano.

Las disputas no han acabado. Ayer fue Cherie, la esposa de Blair, quien relanzó la polémica, al poner en duda la sinceridad del ministro de Finanzas, cuando dijo que había sido "un privilegio", trabajar con su marido. "Bueno, eso es mentira", exclamó fuera de la sala.