Mientras la oposición y la prensa británicas se ensañan con Gordon Brown por dar marcha atrás a la celebración de elecciones anticipadas, el primer ministro trató ayer de retornar a las tareas de Gobiern, anunciando una drástica retirada de tropas en Irak. En la sesión en la Cámara de los Comunes, Brown presentó un plan escalonado para reducir de 5.500 a 2.500 los soldados británicos que habrá en suelo iraquí para la próxima primavera.

El primer recorte de 1.000 hombres tendrá lugar antes de Navidad, tal y como Brown ya adelantó la semana pasada durante una visita a Bagdad. El resto se marcharán en una fecha no especificada de los próximos seis meses, siempre y cuando las circunstancias de seguridad en la zona lo permitan.

El primer ministro también indicó que los iraquís que han trabajado durante, al menos, un año para el Ejército británico podrán ser traslados a otro lugar de Irak o de la región o, en determinados casos, obtener asilo político en el Reino Unido. El paquete completo de medidas, incluidas compensaciones económicas, se dará a conocer en los próximos días y va especialmente dirigido a la protección de intérpretes y traductores. Estos últimos son vistos por parte de la insurgencia iraquí como colaboracionistas y su vida correrá un grave peligro cuando las tropas se marchen.

El jefe de los liberaldemócratas, Menzies Campbell, pidió la retirada total del contingente británico y afirmó que la participación del Reino Unido en Irak "ha sido un desastre". El líder de la oposición, David Cameron, reprochó a Brown el haber tratado de hacerse publicidad con su reciente visita a Bagdad, cuando los laboristas parecían estar a punto de convocar elecciones para este otoño. "Este no es un comportamiento aceptable para un primer ministro", afirmó.

La cita fallida en las urnas monopolizó la conferencia de prensa que mensualmente mantiene el jefe del Ejecutivo en Downing Street. Brown tuvo que defenderse una y otra vez de quienes le acusaban de haber optado por no ir a las urnas al ver a los conservadores adelantarse en los sondeos. "Asumo toda la responsabilidad de lo que ha pasado", declaró cuando le pidieron cuentas sobre los colaboradores que casi le habían convencido de lanzar la convocatoria.

LOS RESPONSABLES La prensa apunta a Ed Balls y Douglas Alexander, íntimos colaboradores de Brown, como los responsables del fiasco. Balls trabajó con Brown en el Ministerio de Finanzas y ahora es ministro a cargo de la enseñanza primaria. Alexander es responsable de la maquinaria electoral laborista.

El primer ministro admitió haber considerado "la posibilidad de celebrar elecciones", pero subrayó que su "primer instinto" fue seguir adelante. Cuando trató de echar el freno, el daño estaba hecho.