El presidente ejecutivo de Repsol YPF, Antoni Brufau, ha consumado la reorganización de la petrolera, con la desaparición del cargo de consejero delegado --creado en la etapa de su predecesor Alfonso Cortina, para satisfacer las demandas del BBVA, segundo socio de la compañía tras La Caixa--, así como una radical simplificación de la estructura.

Brufau, presidente desde finales de octubre, pasa a tener el control absoluto sobre la gestión con una presidencia ejecutiva y una estructura con tres grandes áreas de negocio con director general: la exploración y producción, a cargo de Nemesio Fernández-Cuesta; las estaciones de servicio y gases licuados (butano), a cargo de Pedro Fernández Frial, y Argentina, Brasil y Bolivia, a cargo de Enrique Locutura, hasta ayer consejero delegado de Gas Natural. El cargo de Locutura en la gasística lo pasa a ocupar Rafael Villaseca, hasta ahora consejero director general del Grupo Panrico Donuts.

Los cambios en Repsol afectan a dos participadas. Por un lado, Enrique Locutura (Gas Natural) se incorpora al nuevo organigrama de Repsol para ocuparse del negocio latinoamericano, la mitad de los activos de la compañía. Por el otro, el hasta ayer número dos de Repsol, Ramón Blanco, será propuesto para presidir CLH, la antigua Campsa, en sustitución de Miguel Boyer, ministro de Economía en el primer Gobierno de Felipe González. A diferencia de Boyer, que ocupaba el cargo desde 1999, Blanco ejercerá una presidencia ejecutiva. Boyer ha pasado de ser superministro y coordinador de la expropiación de Rumasa a patrono de la Fundación FAES, que preside José María Aznar.

Para consumar este cambio en CLH, Repsol, que tiene el 25% del capital, requiere el apoyo de otros accionistas hasta sumar un 40% más. Entre los otros socios están Enbridge (25%), CEPSA (14,2%), Oman Oil (10%) o Shell y BP, con un 5% cada una.

La reforma de Brufau se fundamenta en "un estilo muy ejecutivo" y en "agilizar y simplificar" la estructura. Las líneas de negocio, que antes eran ocho, ahora son tres; las direcciones corporativas pasan de ocho a cinco y el comité de dirección se reduce a la mitad, hasta ocho miembros. La nueva organización pretende agilizar las decisiones, establecer la responsabilidad directa de los gestores sobre los resultados y reducir el peso de las áreas corporativas.

Por otro lado, La Caixa ha vendido las acciones que poseía del Deutsche Bank. La desinversión forma parte de la reorientación de las inversiones de la caja.