La Comisión Europea exigió ayer al Gobierno húngaro una "aplicación rigurosa" del plan de ajuste para sanear las cuentas públicas y la economía del país, a pesar de las protestas callejeras que han desatado las mentiras gubernamentales sobre la situación económica de Hungría. El comisario de Asuntos Económicos y Monetarios, Joaquín Almunia, dio un respaldo político al tambaleante Gobierno húngaro, al calificar de "apropiado" su plan de saneamiento, que debe reducir el déficit público del 10,1% del producto interior bruto (PIB) al 3,2% del PIB en el 2009.

La primera versión del programa de convergencia de Hungría fue rechazado por Bruselas en enero por su falta de realismo. "Los esfuerzos son enormes, pero serán beneficiosos para el pueblo húngaro", dijo Almunia. Las reformas incluyen la subida de 2 puntos porcentuales de las cotizaciones a la Seguridad Social, un alza de 5 puntos en el IVA, y subidas en gas y electricidad.